Transmisión 097

Fecha: 07.04.2189 Hora: 22:45

La oscuridad es total, absoluta. Trepo a ciegas por el interior del conducto de ventilación vertical, el metal frío y oxidado resbaladizo bajo mis dedos. El aire es sofocante, cargado con el olor a metal viejo, a polvo de décadas y a ese leve pero persistente hedor a ozono que siempre presagia peligro eléctrico o arcano.

Mis brazos y piernas queman por el esfuerzo continuado. La huida de la cámara de mantenimiento, la explosión psíquica que usé para abrir el techo... todo ha pasado factura. Debajo de mí, los sonidos de la confrontación –los disparos de los Silenciadores, el silbido mental del Cazador– se han desvanecido, pero no sé si me siguen. Dudo que los Silenciadores puedan trepar por aquí con su equipo, pero el Cazador... esa cosa parece desafiar las leyes normales del movimiento. No puedo detenerme. La adrenalina del pánico es lo único que me mantiene en movimiento.

Este conducto es antiguo, mucho más viejo que las ruinas industriales que he visto hasta ahora. Probablemente parte de la infraestructura original de Oakhaven. Siento las vibraciones de baja frecuencia a través de las paredes metálicas, como el pulso moribundo de la ciudad resonando en sus arterias olvidadas.

Los Ecos aquí son diferentes. No la grandeza alienígena de los Arquitectos, ni la densidad trágica de la Biblioteca, ni siquiera el caos industrial de la planta de procesamiento. Son Ecos más simples, más viejos. Ecos de aire forzado moviéndose a través de metal. Ecos de reparaciones olvidadas realizadas por trabajadores anónimos hace siglos. Pero también hay Ecos más oscuros entretejidos: el terror residual de alguien que quedó atrapado aquí, la larga caída hacia la nada, el movimiento sigiloso de alimañas desconocidas que han hecho de estos túneles verticales su hogar.

Mi sensibilidad, aunque todavía recuperándose del ataque del Cazador, me sirve de algo. Como un sonar rudimentario, me advierte de secciones estructuralmente inestables, de concentraciones de Ecos peligrosos más adelante, de las débiles firmas psíquicas de las criaturas que acechan en la oscuridad.

Pero estoy agotado. El aire viciado me dificulta respirar. Las barras de nutrientes son un recuerdo lejano en mi estómago. Necesito encontrar un lugar seguro, un respiro, aunque sea temporal. Necesito descansar y pensar. Pero por ahora, solo puedo seguir trepando. Hacia arriba. Hacia lo desconocido.