Abro con cautela la rejilla al final del conducto ascendente y me asomo. El espacio más allá es vasto y sorprendentemente iluminado, al menos en comparación con la oscuridad de la que vengo. Me deslizo fuera del conducto y me encuentro en una estrecha pasarela de servicio metálica que corre a lo largo de la pared de un enorme túnel, a unos tres o cuatro metros sobre el suelo principal.
El túnel es inmenso, lo suficientemente ancho como para que varios vehículos de carga pesada pudieran circular lado a lado en épocas pasadas. Ahora, parece abandonado pero no del todo en desuso. Luminarias de techo, muchas rotas o parpadeando erráticamente, se extienden en la distancia, arrojando una luz funcional pero sombría sobre la escena. Las paredes de hormigón están cubiertas por capas sobre capas de grafitis, algunos frescos y vibrantes, otros tan viejos que casi se han desvanecido en la mugre acumulada. El aire aquí es diferente al de los conductos; huele a metal oxidado, al acre residuo de combustible quemado, y a ese olor inconfundible a multitudes humanas, a sudor y a vida desesperada, aunque no veo a nadie cerca en este momento.
Según las indicaciones de Gear y la firma general de los Ecos, debo estar en el Nivel 9-Alfa, cerca del borde de los Distritos Comerciales Abandonados. Este debe ser uno de los antiguos corredores principales de transporte de la ciudad, una arteria vital en su día, ahora probablemente una ruta muy transitada por los habitantes de los niveles inferiores: carroñeros, comerciantes del mercado negro, miembros de bandas y refugiados que se mueven entre sectores.
Me mantengo agachado en la pasarela de servicio, aprovechando las sombras proyectadas por las estructuras de soporte y las luminarias parpadeantes. Observo el túnel en ambas direcciones. Parece vacío por ahora, pero mi sensibilidad, amplificada por el Sintonizador de Ecos, me dice lo contrario. Siento los Ecos frescos de paso reciente, una corriente constante de intenciones y emociones grabadas en el aire: la prisa nerviosa de alguien que huye, el miedo agudo de la presa, la codicia fría del depredador, la desesperación sorda del que no tiene a dónde ir.
Este lugar es peligroso, pero de una manera muy diferente a las profundidades olvidadas de las ruinas de los Arquitectos o la Biblioteca Rota. Allí, el peligro eran las criaturas mutadas, las entidades alienígenas, la propia estructura inestable de la realidad. Aquí, en este túnel de tránsito aparentemente vacío, el peligro principal son otras personas. La lucha por la supervivencia en Oakhaven saca lo peor de muchos, y un extraño solitario como yo es una presa fácil o una amenaza potencial. Necesito ser extremadamente cuidadoso.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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