Apoyado contra la pared, luchando contra la sobrecarga sensorial del mercado improvisado, sé que mi primera prioridad es dejar de parecer un archivero perdido. Mi túnica, incluso en su estado actual, grita "fuera de lugar". Necesito ropa que me haga invisible, o al menos, menos visible.
Mis ojos escanean la multitud y los puestos hasta que se detienen en uno que vende ropa de segunda mano. Montones de prendas remendadas, descoloridas y de aspecto dudoso se apilan sobre una lona sucia extendida en el suelo. Es justo lo que necesito.
Me abro paso entre la multitud, tratando de moverme con un propósito que no siento, y me acerco al puesto. El vendedor es un hombre corpulento, con brazos musculosos cubiertos de tatuajes descoloridos y un ojo cibernético rojo que gira constantemente en su órbita, escaneando a los posibles clientes con una mezcla de aburrimiento y sospecha. Me mira de arriba abajo sin disimulo.
"¿Buscas algo, 'pájaro de arriba'?", pregunta, su voz rasposa como el metal oxidado. La designación me confirma que mi aspecto me delata inmediatamente.
"Ropa", digo, intentando que mi voz suene firme y local. "Algo... discreto. Y resistente."
El vendedor señala con un gesto vago uno de los montones de ropa. "Tallas estándar. Diez créditos por pieza. Y no acepto regateos hoy."
Diez créditos por pieza. Reviso discretamente el pequeño bolsillo donde guardo mis escasas monedas. Apenas tengo unos pocos créditos de bajo valor, lo justo para comprar quizás un bloque de nutrientes si tengo suerte. No es suficiente ni para una camisa. Mi corazón se hunde un poco. Miro mi túnica. Quizás...
"¿Aceptas trueques?", pregunto, esperando no sonar demasiado desesperado.
El ojo cibernético del vendedor gira para enfocarme de nuevo, evaluándome. "¿Depende de qué tengas para ofrecer?"
Dudo. Los artefactos están fuera de cuestión. El broche Mecanista es demasiado identificable y potencialmente valioso. La tablilla de cristal ámbar... quizás, pero siento que su valor intrínseco es mucho mayor que el de ropa usada. Entonces recuerdo el cuchillo multiusos que llevo en un bolsillo interior. Es una herramienta de buena calidad, de los niveles superiores, acero templado, fiable.
Lo saco y se lo muestro al vendedor. "Esto. Es acero templado, con múltiples funciones. Buena calidad."
El vendedor toma el cuchillo, su mano carnosa casi lo oculta. Lo examina con ojo experto, probando el filo con la uña del pulgar, desplegando un par de herramientas. Su ojo cibernético zumba mientras analiza el metal. Finalmente, asiente levemente, una expresión de cálculo en su rostro. "No está mal. Te daré una camisa, un par de pantalones y una chaqueta por él."
Es un trato terrible. Sé que el cuchillo vale mucho más. Pero no estoy en posición de negociar. Necesito la ropa desesperadamente. "Acepto", digo.
Rápidamente, elijo un par de pantalones de lona oscura remendados, una camisa de tejido sintético de un color indefinido y una chaqueta gruesa y gastada con varios bolsillos interiores y exteriores. El vendedor me indica con un gesto una esquina oscura detrás de su puesto, entre cajas apiladas y lonas sucias, donde puedo cambiarme.
Mientras me quito la túnica y me pongo la ropa áspera y con olor a humedad, guardo con sumo cuidado el mapa estelar, el libro de los Arquitectos, la tablilla ámbar y el broche Mecanista en los bolsillos interiores de la nueva chaqueta. Siento una punzada aguda de pérdida al dejar atrás el cuchillo. Era lo último que me quedaba de mi vida anterior en los Archivos, una pequeña herramienta familiar y fiable en este mundo cada vez más extraño y hostil. Pero la supervivencia en Oakhaven exige sacrificios constantes.
Con la nueva ropa, me miro. Sigo sintiéndome un extraño, pero al menos ya no grito "archivero perdido". Me parezco un poco más a los demás habitantes desesperados de este nivel. Un pequeño paso hacia la invisibilidad.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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