Transmisión 116

Fecha: 26.04.2189 Hora: 03:00

Con la ropa nueva, áspera y desconocida, me siento un poco menos como una señal luminosa en medio de la oscuridad. Todavía soy un extraño aquí, lo siento en las miradas fugaces y en la forma en que la gente evita mi camino, pero al menos no llevo la marca obvia de los niveles superiores. Ahora, necesito información. Orientarme en este nuevo nivel, entender sus peligros y, si es posible, encontrar una forma de continuar mi viaje o, al menos, un lugar seguro donde esconderme.

Mis ojos recorren el caótico mercado improvisado hasta detenerse en un puesto peculiar cerca de una de las salidas laterales. No vende bienes tangibles, sino información. Parece ser una especie de tablón de anuncios comunitario y centro de rumores. Un hombre delgado, con unas gafas de soldador levantadas sobre la frente y dedos manchados de tinta, está clavando trozos de papel amarillento y datapads baratos y agrietados en una gran plancha de metal oxidada. Varias personas se agolpan alrededor, leyendo los anuncios con interés o añadiendo los suyos propios.

Me acerco, fingiendo ser un residente más buscando trabajo o noticias. Los anuncios son un reflejo sombrío de la vida en los niveles inferiores: ofertas de trabajo mal pagado y peligroso (recolección de chatarra en zonas inestables, "seguridad" para cargamentos dudosos), avisos desesperados de personas desaparecidas (probablemente víctimas de bandas, accidentes o algo peor), propaganda cruda de las bandas locales que reclaman este territorio, y rumores crípticos sobre eventos en otros niveles, apagones de energía, movimientos de Silenciadores.

Mientras finjo leer los anuncios, saco discretamente el Sintonizador de Ecos, manteniéndolo oculto en la palma de mi mano dentro del bolsillo de la chaqueta. Me concentro, intentando calibrarlo de nuevo, esta vez no solo para filtrar el ruido general, sino para buscar Ecos específicos relacionados con información útil: conocimiento oculto, rutas de escape, la firma psíquica de contrabandistas, informantes, o cualquiera que opere en las sombras y pueda saber algo.

El Sintonizador vibra suavemente mientras ajusto mi enfoque mental. Atravieso capas de Ecos superficiales –la codicia del vendedor de ropa, la ansiedad de un comprador de agua, la desesperación de alguien que busca a un ser querido– y empiezo a captar hilos más débiles y esquivos. Siento los Ecos de contrabandistas planeando rutas a través de túneles olvidados, de informantes vendiendo secretos por unos pocos créditos, de otros fugitivos como yo buscando desesperadamente una salida. Son pistas tentadoras, pero peligrosas y difíciles de seguir.

Y entonces, capto algo más. Algo inesperado.

Un Eco muy débil, casi imperceptible bajo la cacofonía del mercado, pero extrañamente familiar. Un Eco de... música. Una melodía de flauta, suave, melancólica, con esa resonancia particular que reconocí en la Biblioteca Rota.

Scrappy.

El Eco es débil, como si viniera de cierta distancia o estuviera siendo deliberadamente amortiguado por su escudo psíquico. Pero está ahí, inconfundible. ¿Qué hace ella aquí? ¿En este nivel? ¿Tan cerca? Pensé que se había ido por la Red de Sombra en otra dirección. ¿Es una coincidencia imposible? ¿O me ha seguido por alguna razón?

Me concentro intensamente en el débil hilo musical, usando el Sintonizador para intentar determinar su dirección, su origen. La melodía parece flotar desde una de las estrechas y oscuras callejuelas laterales que salen de la plaza principal del mercado.

¿Debería seguirlo?