El débil Eco de la flauta de Scrappy flota en medio de la cacofonía psíquica del mercado. Mi primer instinto es seguirlo, atraído por la familiaridad en este mar de hostilidad y ruido. Pero la duda me asalta inmediatamente.
Scrappy fue muy clara cuando nos separamos en la cámara de mantenimiento. "Cumplo mi parte del trato y me largo". Dijo que se iba por la Red de Sombra, y sentí que su firma se alejaba. ¿Por qué estaría aquí, en este sector residencial del Nivel 8, tan cerca de donde yo he aparecido? ¿Es una coincidencia demasiado grande para ser creíble?
Recuerdo su advertencia, repetida por tantos en este mundo subterráneo: No confíes en nadie. ¿Podría ser una trampa? ¿Podrían los Silenciadores, o incluso el Cazador, estar usando su firma de alguna manera para atraerme? O quizás la propia Scrappy ha cambiado de opinión, ha decidido que los artefactos que porto valen más que nuestra breve alianza.
Pero también recuerdo su ayuda crucial en la Biblioteca Rota. Se enfrentó al Cazador por mí. Me guió a través de las ruinas. Su pragmatismo cínico parece genuino, y sentí una extraña conexión con ella, una resonancia compartida a través de su música y mi propia sensibilidad incipiente. Y, como ella misma me recordó, le debo una deuda. Una grande.
La curiosidad y la desesperada necesidad de un aliado, por poco fiable que sea, luchan contra mi cautela innata y las lecciones aprendidas a la fuerza en Oakhaven.
Decido investigar. Con extrema precaución. Si es Scrappy, quizás pueda obtener más ayuda, información sobre cómo navegar estos niveles, o incluso sobre cómo usar los artefactos. Si es una trampa... bueno, ya estoy acostumbrado a ellas. Tendré que confiar en mis instintos y en el Sintonizador de Ecos para detectarla a tiempo.
Me deslizo entre la multitud del mercado, dirigiéndome hacia la estrecha callejuela lateral de donde parece provenir el Eco musical. Mantengo una mano cerca del broche Mecanista oculto en mi chaqueta –mi única "arma" potencial ahora mismo, aunque no tengo ni idea de si realmente sirve para algo– y la otra aferrando el Sintonizador de Ecos, concentrándome en seguir el débil hilo melódico.
La callejuela es aún más oscura y opresiva que el pasillo por el que entré al sector. Es estrecha, apenas iluminada por el resplandor lejano del mercado y alguna lámpara rota que parpadea débilmente. El aire aquí es aún más fétido, con un olor penetrante a basura acumulada, fluidos desconocidos y desesperación rancia. Las paredes están cubiertas de grafitis aún más densos y agresivos. Siento los Ecos de este lugar: pobreza extrema, violencia rápida y brutal, vidas cortas y sin esperanza. Avanzo con cada músculo tenso, escudriñando cada sombra, cada rincón oscuro.
El Eco de la flauta se hace ligeramente más fuerte, más claro, guiándome a través de la penumbra. Finalmente, llego al final de la callejuela sin salida. Allí, hay una única puerta metálica, robusta y cubierta de óxido. Está marcada con un grafiti tosco pero distintivo: una llave inglesa cruzada con un hueso humano.
La puerta está cerrada. Pero a través del metal, puedo oír la música de la flauta claramente ahora. Es la melodía suave y triste que tocó Scrappy en la Biblioteca Rota. Y puedo sentir su Eco distintivo al otro lado, más fuerte aquí: concentración intensa, una sensación de soledad elegida, y ese familiar escudo psíquico que mantiene alrededor de su mente, vibrando suavemente.
Es ella. Estoy casi seguro.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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