Transmisión 122

Fecha: 02.05.2189 Hora: 03:50

Una oleada de alivio tan intensa que casi me dobla las rodillas me recorre al escuchar las palabras de Scrappy. "Sí, Archivero. Parece que sí." No estaré solo. Tendré una aliada, por peligrosa, interesada y cínica que sea. En Oakhaven, eso es más de lo que la mayoría puede esperar.

"Gracias, Scrappy", digo, y esta vez, las palabras salen con una sinceridad profunda.

"Guárdate las gracias para cuando salgamos de esta con vida y me hayas pagado tu deuda", replica ella con su brusquedad habitual, aunque creo detectar un mínimo matiz de... ¿algo más? en su tono. "Ahora, andando. No tenemos tiempo que perder. Tenemos un conducto de refrigerante mohoso y probablemente lleno de bichos que explorar."

Se mueve con rapidez por su taller, recogiendo algunas herramientas adicionales, una lámpara de aceite de repuesto y lo que parece un detector de gases atmosféricos de aspecto antiguo pero funcional. Lo guarda todo en su bolsa de lona ya abultada.

Luego, se dirige a una sección aparentemente anodina de la pared, cubierta por más chatarra apilada. Aparta las piezas con sorprendente facilidad, revelando no la roca sólida que esperaba, sino otra puerta metálica oculta, más pequeña y aún más oxidada que la de la entrada. Gira una válvula de aspecto improvisado en el centro de la puerta, y esta se abre hacia adentro con un chirrido bajo, revelando una escalera de mano metálica y oxidada que desciende hacia una oscuridad aún más profunda y húmeda que la del taller. El aire que sube huele a agua estancada y a metal frío.

"Esta es la entrada al sistema de servicio inferior que conecta con el conducto de refrigerante", explica Scrappy. Se vuelve hacia mí con una sonrisa sarcástica. "Damas primero", dice, haciéndome un gesto con la cabeza para que baje por la escalera.

Respiro hondo, el olor a humedad y óxido llenando mis pulmones. Aferro con fuerza el Sintonizador de Ecos en una mano, sintiendo su débil vibración. Me preparo mentalmente para lo que sea que nos espere abajo. Con Scrappy a mi lado, cubriéndome las espaldas (o al menos, asegurándose de que viva para pagarle), el camino por delante sigue siendo aterrador, lleno de peligros desconocidos. Pero, por primera vez desde que huí de los Archivos, ya no parece completamente imposible.

Con una última mirada al caótico pero extrañamente reconfortante taller de Scrappy, me doy la vuelta y comienzo a descender por la escalera oxidada, adentrándome de nuevo en las entrañas olvidadas y peligrosas de la Necrópolis de Neón. La canción silenciosa de la Señal, la amenaza latente del Cazador, y ahora, la presencia pragmática y resonante de Scrappy, me acompañan en la oscuridad. El viaje continúa.