El frío es una agonía. Me quema la piel, los pulmones, los huesos. Estoy de rodillas sobre el hielo agrietado, temblando tan violentamente que apenas puedo mantenerme erguido. La cámara está llena de una niebla helada y arremolinada que reduce la visibilidad a unos pocos metros. El aire huele intensamente a ozono y a la extraña dulzura metálica del refrigerante arcano liberado.
A través de la niebla, veo una figura moverse. Es Scrappy. Se levanta con dificultad, apoyándose en el tanque reventado. Su brazo cibernético echa chispas y está claramente dañado, pero parece funcional. Cojea visiblemente, pero está viva.
Su mirada se dirige primero a la estatua congelada de la criatura reptiliana, una figura grotesca atrapada en medio de un ataque. Luego, sus ojos (el orgánico y el cibernético) se vuelven hacia mí, que sigo temblando en el suelo. Su expresión es una mezcla indescifrable de asombro, alivio y una profunda alarma.
"Archivero...", empieza a decir, su voz apenas un susurro ronco en el aire helado. "¿Qué... qué has hecho?"
No puedo responder. El esfuerzo de desatar esa energía ha sido inmenso, mucho mayor que el de la compuerta. Siento mi propia resonancia vibrando dolorosamente, como una cuerda tensada hasta el punto de ruptura. La cabeza me martillea con una jaqueca cegadora.
El Sintonizador de Ecos en mi mano se ha vuelto completamente loco. El cristal ámbar en el centro brilla con una intensidad cegadora, parpadeando erráticamente, mostrando patrones caóticos y sin sentido que reflejan la tormenta psíquica que he desatado. Está abrumado por la explosión de energía arcana y mi propia firma resonante amplificada.
Y bajo el ruido ensordecedor de la explosión psíquica, bajo la vibración caótica del Sintonizador, siento algo más. Algo nuevo y aterrador que se filtra a través de la estática.
Un Eco.
Un Eco que no había sentido antes con esta claridad, con esta intensidad. Un Eco de poder antiguo, vasto, incomprensiblemente grande. Un Eco de hambre cósmica, de una conciencia depredadora que parece abarcar galaxias. Estaba distante, dormido, pero la explosión de energía arcana, mi propia resonancia amplificada por los artefactos que porto... lo ha despertado. O al menos, ha llamado su atención.
Siento una conexión instantánea y helada a través de la Señal, un reconocimiento que me hiela el alma más profundamente que la propia explosión de frío.
El Devorador.
He gritado mi presencia a través de la Cicatriz. He tocado la campana para la cena.
El Devorador sabe que existo.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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