Transmisión 132

Fecha: 12.05.2189 Hora: 05:55

El frío quema. La niebla helada lo envuelve todo. El Eco distante y hambriento del Devorador pulsa en mi mente como un tumor maligno. Sigo temblando incontrolablemente de rodillas sobre el hielo.

Scrappy se acerca cojeando, su brazo cibernético echando chispas. Me ofrece su mano orgánica. "¿Puedes levantarte, Archivero?", pregunta, su voz tensa por el dolor y la urgencia.

Acepto su mano y, con un esfuerzo enorme que hace que mis músculos congelados griten de protesta, consigo ponerme en pie. Me tambaleo, pero me mantengo erguido. "¿Tú estás bien?", pregunto, mi voz ronca.

"He estado peor", responde Scrappy, aunque hace una mueca de dolor al mover el brazo dañado. "Mi brazo necesita reparaciones serias, pero funcionará por ahora." Su mirada se desvía hacia la estatua congelada de la criatura. "Lo importante es que esa cosa está fuera de combate." Vuelve a mirarme, una mezcla de reproche y admiración a regañadientes en sus ojos. "Buen trabajo con los fuegos artificiales helados, Archivero. Aunque casi nos llevas contigo en la explosión."

"Yo... no sabía que sería tan fuerte", admito, mirando con temor el tanque reventado. La gruesa capa de hielo que lo cubre sigue crepitando y expandiéndose, y la cámara entera gime y cruje bajo la tensión del frío extremo.

"Jugaste con Ecos de la Era del Fulgor, chico. Energía arcana de refrigerante inestable. Eso nunca es buena idea si no sabes exactamente lo que haces", me reprende Scrappy, aunque sin verdadera dureza en su voz. Hay casi un matiz de respeto a regañadientes. "Pero nos salvó el pellejo. Ahora tenemos que largarnos de aquí antes de que esta cámara se derrumbe sobre nosotros o algo peor venga a investigar el ruido y la firma de energía que acabas de liberar."

"Algo peor ya sabe que estamos aquí", digo en voz baja, el recuerdo del Eco vasto y hambriento erizándome la piel de nuevo. El Sintonizador en mi mano sigue parpadeando como loco, pero la sensación de esa presencia distante es inconfundible. "El Devorador. Creo... creo que sintió la explosión. Sintió mi resonancia."

Scrappy se queda muy quieta. Su ojo orgánico se abre de par en par, y el implante cibernético amarillo deja de girar, fijándose intensamente en mí. "¿El Devorador?", repite, su voz apenas un susurro incrédulo. "¿Estás seguro?"

Asiento sombríamente. "Sentí... algo. Una presencia inmensa. Antigua. Hambrienta. Despertando en la distancia, más allá de la Cicatriz. La conexión fue instantánea cuando desaté la energía del tanque." Trago saliva, el miedo volviendo a atenazarme. "Creo que el mapa... y quizás el libro... actúan como una especie de... amplificador. Y yo soy la antena que acaba de transmitir una señal muy fuerte."

Scrappy deja escapar una larga y colorida maldición en voz baja, una que nunca había oído antes. "Genial. Simplemente genial", dice finalmente, su voz cargada de una mezcla de pánico y exasperación pragmática. "No solo tenemos a los Silenciadores, los Cultores y al maldito Cazador de Ecos pisándonos los talones, sino que ahora también hemos cabreado a la cosa cósmica lovecraftiana que quiere comerse la realidad. Eres un imán para los problemas de escala galáctica, Archivero, ¿lo sabías?"

A pesar del miedo que me paraliza, siento una punzada de irritación ante su tono. "¡No pedí nada de esto!", replico, mi voz temblando ligeramente por el frío y la emoción.

"Nadie lo hace", responde Scrappy, su tono suavizándose inesperadamente. Hay una comprensión cansada en su mirada. "Simplemente te toca lidiar con la mierda que te cae encima. La cuestión es qué haces al respecto." Mira a su alrededor, evaluando la situación con su habitual pragmatismo. "De acuerdo. El Devorador está lejos, y con suerte, todavía atrapado detrás de la Cicatriz. Nuestra preocupación inmediata es salir de esta cámara de congelación antes de que se nos caiga encima o atraiga a todos los carroñeros y bichos de la Red con la firma de energía que acabas de liberar."