Transmisión 133

Fecha: 13.05.2189 Hora: 05:58

La prioridad inmediata es clara: salir de esta cámara de congelación antes de que se derrumbe o algo peor llegue atraído por la explosión de energía. Scrappy, a pesar de su brazo dañado y su cojera, se mueve con rapidez. Localiza su pistola de energía en el hielo, la recoge y comprueba su carga con un movimiento eficiente y acostumbrado.

"Mi mapa indicaba que el conducto continúa al otro lado de esta cámara. Vamos", dice, su voz tensa y urgente.

Nos movemos rápidamente, rodeando con cautela la grotesca estatua congelada de la criatura reptiliana y los restos del tanque reventado, que sigue emitiendo oleadas de frío intenso y haciendo crujir el hielo a su alrededor. El frío es tan extremo que duele respirar profundamente, y el hielo bajo nuestros pies es traicioneramente resbaladizo. Cada paso es un riesgo calculado. Sigo usando el Sintonizador, aunque su cristal ámbar sigue parpadeando erráticamente, tratando de ignorar el pulso distante y hambriento del Devorador y enfocarme en encontrar el camino a través de la niebla helada.

Al otro lado de la vasta cámara, tal como indicaban los mapas de Scrappy, encontramos la continuación del conducto de refrigerante. Es una abertura oscura en la pared helada, similar al tramo por el que entramos, pero aquí la escarcha parece aún más gruesa, formando carámbanos largos y afilados que cuelgan del techo como los dientes de alguna bestia helada.

Sin dudarlo, nos deslizamos dentro del conducto, dejando atrás la cámara de la explosión, la criatura congelada y la evidencia de mi peligroso despliegue de poder.

El silencio dentro de este nuevo tramo del conducto es, si cabe, aún más profundo que antes. La explosión parece haber amortiguado incluso los goteos y crujidos lejanos. Es un silencio absoluto, pesado, que presiona los tímpanos.

Pero ahora, este silencio no se siente vacío. Está teñido por una nueva conciencia, una nueva capa de terror. El conocimiento de lo que he despertado, de la atención que he atraído desde más allá de la Cicatriz, pesa sobre mí como una losa. El Eco distante del Devorador es un subtono constante bajo el silencio, un recordatorio persistente de que nuestros problemas acaban de escalar a un nivel cósmico.

Avanzamos en esta oscuridad silenciosa y helada, la única luz la de la lámpara de Scrappy y el brillo errático de mi Sintonizador, cada uno perdido en sus propios pensamientos y temores, pero unidos por la necesidad compartida de sobrevivir y escapar.