Estoy tumbado sobre la estera que nos indicó el Hermano Theron, en un rincón de la cámara abovedada. Scrappy duerme profundamente en la estera cercana, su respiración regular y tranquila por primera vez desde que nos encontramos. El agotamiento finalmente la ha vencido, a pesar de sus heridas y su habitual estado de alerta.
Yo también estoy exhausto, más allá de cualquier cansancio que haya conocido antes. Mi cuerpo duele por el frío, la lucha y la tensión constante. Mi mente está agotada por el miedo, la sobrecarga sensorial y el esfuerzo psíquico. La calma armonizada de esta cámara debería ser un bálsamo, una invitación al descanso profundo.
Pero no puedo dormir.
Mi mente es un torbellino de imágenes y sensaciones recientes. Veo la oscuridad helada del conducto, siento el crujido del hielo bajo mis pies. Veo la crisálida rota, las marcas de garras. Revivo el ataque de la criatura reptiliana, el chirrido de metal contra quitina cuando Scrappy me salvó, su cuerpo golpeando el tanque. Siento de nuevo la energía fría y volátil del refrigerante arcano respondiendo a mi llamada desesperada, la explosión de frío absoluto, la congelación instantánea de la criatura.
Y siento, con una claridad aterradora que me impide cerrar los ojos, el Eco vasto y hambriento del Devorador. Esa conexión instantánea, esa conciencia despertando en la distancia cósmica, atraída por mi grito psíquico. Es una presencia que ahora subyace a todos mis pensamientos, un recordatorio constante de la escala del peligro en el que estoy involucrado, un peligro que va mucho más allá de mi propia supervivencia o la de Oakhaven.
Además, está el Cazador. Aunque la calma del Templo amortigua los Ecos externos, todavía siento su presencia como una sombra persistente justo más allá de los límites de este santuario. Sé que está ahí fuera, paciente, implacable. Y los Silenciadores. Y los Cultores. Mi explosión de frío, aunque diferente a la de la compuerta, seguramente no ha pasado desapercibida. El Templo nos protege por ahora, pero ¿por cuánto tiempo?
Sin embargo, en medio de este torbellino de miedo y agotamiento, por primera vez desde que todo esto comenzó, siento algo más. Una posibilidad. Una tenue luz de esperanza en la oscuridad opresiva.
El Hermano Theron. El Templo del Eco Interior. Su filosofía de armonía, de comprensión interna. La oferta de enseñarme a controlar mi resonancia, a entender los artefactos, no como armas o herramientas de poder, sino como parte de algo más grande. Es un camino diferente al del control de los Custodios, la lógica fría de los Mecanistas o la aniquilación de los Cultores. Un camino que, a pesar de mi cautela innata, resuena con algo profundo dentro de mí, con el antiguo archivero que anhelaba conocimiento y comprensión.
La posibilidad de aprender. De crecer. De tomar las riendas de mi propio destino y del poder caótico que ha caído en mis manos. De encontrar un equilibrio, como dijo Theron.
Es un camino incierto. Todavía no confío plenamente en estos monjes serenos y su Templo oculto. Pero es la única alternativa real que he encontrado hasta ahora. Y quizás, solo quizás, sea la clave no solo para sobrevivir, sino para entender por qué estoy sobreviviendo.
Mañana comenzarán las lecciones. Y a pesar del miedo, a pesar del agotamiento, una parte de mí espera ansiosamente.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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