TRANSMISIÓN 143
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Transmisión 143

Transmisión 143

Fecha: 23.05.2189 Hora: Indeterminada

Al ciclo siguiente, después de un descanso reparador aunque inquieto, comienzan las lecciones. El Hermano Theron, junto con un par de otros miembros de su orden –una mujer mayor con ojos igualmente serenos llamada Hermana Elara y un hombre más joven y silencioso llamado Hermano Jian–, me guían con paciencia a través de los fundamentos de su disciplina.

Comenzamos con lo básico: meditación. Sentado sobre la estera en la calma armonizada de la cámara, me enseñan a aquietar mi mente, a observar mis propios pensamientos y Ecos internos sin juzgarlos, a encontrar un centro de quietud en medio del torbellino. Es increíblemente difícil. Mi mente, acostumbrada al estado de alerta constante, a la huida y al miedo, se rebela. La estática psíquica, aunque amortiguada por el Templo, sigue ahí, un ruido de fondo de ansiedad y recuerdos traumáticos.

Luego pasamos a ejercicios de enfoque psíquico. Me enseñan a dirigir mi atención consciente, a sentir las sutiles corrientes de la Señal que fluyen incluso en la calma del Templo. Me guían para identificar las diferentes "frecuencias" o "texturas" de los Ecos: la resonancia fría del metal, la vibración cálida de la vida orgánica, la compleja red de Ecos de un dispositivo tecnológico, la huella persistente de una emoción fuerte. Es como aprender a leer un lenguaje completamente nuevo, uno que siempre había estado susurrando a mi alrededor pero que nunca había entendido.

Mi poder innato, mi resonancia natural, es tanto una ayuda como un obstáculo. Es fuerte, como dijo Theron, pero indisciplinado. Está acostumbrado a reaccionar con la fuerza bruta del pánico o la desesperación, como un torrente descontrolado. Aprender a modularlo, a enfocarlo con precisión, a sentir los matices en lugar de simplemente reaccionar a la intensidad, requiere una paciencia y una concentración que me resultan profundamente frustrantes. Fallo constantemente, mi concentración se rompe, mi poder fluctúa erráticamente.

También me enseñan a crear escudos psíquicos más efectivos. No solo la barrera instintiva que ya usaba para intentar bloquear Ecos externos, sino escudos más sutiles y permeables selectivamente. Y, crucialmente, me enseñan técnicas para amortiguar mi propia firma de resonancia, para volverme psíquicamente "más silencioso", menos detectable para aquellos que me buscan. Esto es vital. Mi "ruido" psíquico, amplificado por los artefactos, es lo que me ha puesto en peligro una y otra vez.

El progreso es lento, agónicamente lento. Pero es progreso. Descubro que el Sintonizador de Ecos que me dio Gear es una herramienta sorprendentemente útil. Aunque los Hermanos confían principalmente en su disciplina interna, me permiten usarlo como un foco externo. El cristal ámbar me ayuda a visualizar y estabilizar mi enfoque, a "sintonizar" Ecos específicos con mayor claridad, filtrando parte de la estática interna.

Poco a poco, aprendo a diferenciar con más seguridad entre los Ecos residuales pasivos –meras huellas del pasado– y los Ecos activos o conscientes de seres vivos o tecnología operativa. Incluso empiezo a experimentar, bajo la atenta supervisión de Theron, con la proyección controlada de mi resonancia. No como un arma contundente como las explosiones anteriores, sino como una forma sutil de... ¿influir? ¿Comunicarme? Empujar suavemente los Ecos cercanos, sentir su respuesta. Es un control delicado, como afinar un instrumento musical increíblemente complejo.

Apenas estoy arañando la superficie, lo sé. Pero por primera vez, siento que estoy empezando a entender, y quizás a controlar, el poder que llevo dentro.

Transmisión recibida: 4/17/2025

ID: 143