Transmisión 151

Fecha: 29.05.2189 (Estimado) Hora: Indeterminada

Comenzamos a movernos a través del laberinto de servidores silenciosos, buscando una salida del vasto centro de procesamiento de datos. El lugar es inquietantemente silencioso, un auténtico cementerio de información. Las luces rojas de emergencia parpadean rítmicamente, creando un juego de luces y sombras que hace que los inmóviles servidores parezcan lápidas en la oscuridad. El polvo lo cubre todo, amortiguando nuestros pasos. Avanzamos con cautela, alertas a cualquier señal de movimiento o de activación de algún sistema de seguridad olvidado.

Mientras caminamos entre las hileras de máquinas muertas, no puedo evitar pensar en el Hermano Theron y los otros miembros del Eco Interior. Se quedaron atrás, enfrentándose a la furia combinada de los Cultores y el Cazador, todo para darnos tiempo, para protegernos a nosotros y a su santuario. Siento una punzada aguda de culpa por haberlos puesto en peligro con mi sola presencia, por haber atraído esa tormenta a su puerta tranquila.

Pero junto a la culpa, siento también una renovada determinación. Theron me confió una tarea, un camino a seguir: buscar la armonía, encontrar mi propio equilibrio, aprender a usar el poder que porto sin ser consumido. Su sacrificio, y el de los demás, no puede ser en vano. Debo sobrevivir. Debo aprender. Debo encontrar la manera de enfrentar lo que sea que se avecina, no solo por mí, sino por aquellos que me han ayudado y por el conocimiento que porto. El cristal de datos en mi bolsillo se siente pesado, un símbolo de esa promesa implícita.

Después de lo que parece mucho tiempo buscando a tientas en la penumbra parpadeante, finalmente encontramos una puerta al final de una de las largas hileras de servidores. Es una puerta de servicio metálica, pesada y sin marcas, diferente a las elegantes interfaces del Templo o la tecnología antigua de los Arquitectos. Parece más estándar, más funcional, probablemente una salida para el personal de mantenimiento.

Scrappy comprueba rápidamente si hay trampas o cerraduras electrónicas activas. Aparentemente no las hay, o están desactivadas desde hace mucho tiempo. Con un esfuerzo conjunto, conseguimos abrir la pesada puerta, que chirría ruidosamente por la falta de uso.

Al otro lado, nos espera un corredor metálico oscuro y estrecho. El aire aquí es más húmedo, y huele al moho y la descomposición familiares de los niveles inferiores de Oakhaven. Es un pasillo de servicio genérico, similar a los que he visto en los niveles superiores pero mucho más descuidado, con paneles sueltos, cables colgando y manchas de origen desconocido en las paredes.

Hemos salido del centro de datos. Hemos vuelto a los pasillos anónimos y peligrosos de la Necrópolis de Neón. Libres del silencio opresivo de los servidores muertos, pero expuestos de nuevo a los peligros omnipresentes de la ciudad.