TRANSMISIÓN 156
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Transmisión 156

Transmisión 156

Fecha: 02.06.2189 (Estimado) Hora: Indeterminada

Seguimos el hilo de la resonancia coherente a través de los corredores decrépitos del Nivel 7-Omega. El distrito por el que avanzamos es claramente una antigua zona tecnológica, un laberinto de procesamiento de datos y comunicaciones ahora en ruinas. Pasamos por enormes salas llenas de servidores silenciosos, mucho más antiguos y voluminosos que los del centro de datos del que venimos. Atravesamos oficinas saqueadas donde terminales de datos destrozados yacen como calaveras vacías sobre escritorios cubiertos de polvo. Cruzamos laboratorios abandonados, con extraños equipos de vidrio y metal rotos esparcidos por el suelo y manchas químicas de colores inquietantes marcando las paredes y las mesas de trabajo.

El aire aquí es pesado, cargado con el olor acre del plástico quemado, el ozono rancio y el metal sobrecalentado, como si alguna máquina hubiera muerto recientemente en medio de un último y fútil esfuerzo.

Los Ecos en este distrito son... profundamente perturbadores. Son casi exclusivamente tecnológicos, pero retorcidos, fragmentados, enfermos. Siento los fantasmas de datos corruptos que se repiten en bucles sin sentido, como susurros digitales atrapados en un eco eterno. Percibo las cicatrices psíquicas de algoritmos complejos que fallaron catastróficamente, dejando tras de sí una resonancia de lógica rota y cálculos sin fin que no llevan a ninguna parte.

Lo más inquietante son los Ecos de lo que debieron ser inteligencias artificiales rudimentarias, quizás asistentes de laboratorio o gestores de sistemas locales, que claramente enloquecieron. Siento oleadas de lógica fría y fracturada, de frustración mecánica pura, de patrones de pensamiento digital atrapados en paradojas irresolubles o consumidos por la Cacofonía que destruyó la Era del Fulgor. Es diferente a los Ecos emocionales de miedo, dolor o ira a los que me he acostumbrado. Estos son fríos, ajenos, la agonía de una mente no humana desmoronándose. Me provocan un escalofrío que no tiene nada que ver con la temperatura.

Mientras avanzamos, la resonancia coherente que seguimos se hace más fuerte, destacando cada vez más sobre el ruido de fondo de la locura digital. Pero también se vuelve más extraña. Ya no la percibo simplemente como "ordenada". Ahora tiene una cualidad distintiva... musical. Es como una melodía compleja, matemática, tejida en la propia estructura de los Ecos. Una armonía precisa y persistente en medio de la disonancia general. Es hermosa, de una manera fría y lógica, pero también profundamente extraña. ¿Qué clase de máquina o entidad podría generar algo así?

Transmisión recibida: 4/17/2025

ID: 156