Avanzamos por el túnel de cables de fibra óptica, la luz azul pulsante bañándonos en un resplandor irreal y la música matemática resonando cada vez más fuerte en nuestras mentes. Es una sensación extraña, casi hipnótica. La densidad de los cables disminuye gradualmente, y el corredor parece ensancharse.
De repente, los cables que bloquean nuestro camino se separan frente a nosotros, deslizándose suavemente hacia los lados como si una mano invisible los hubiera apartado. La acción es silenciosa, fluida, claramente intencionada. Más allá, el corredor se abre abruptamente a una cámara circular de tamaño mediano.
Nos detenemos en seco en la entrada, observando la escena con asombro y cautela.
La cámara está impecablemente limpia, en marcado contraste con el decrépito distrito tecnológico que acabamos de atravesar. Las paredes son lisas, hechas de un metal oscuro y pulido. Pero toda la atención se centra en la estructura que domina el centro de la sala: una columna alta y esbelta del mismo metal pulido se eleva desde el suelo hasta el techo abovedado. Alrededor de la columna giran lentamente varios anillos de luz azul brillante, sincronizados con la pulsación de los cables que convergen en ella desde todas las direcciones, conectándose a su superficie en intrincados patrones geométricos.
Esta columna es claramente la fuente de la resonancia musical y coherente que hemos estado siguiendo. La melodía matemática emana de ella, una vibración palpable en el aire que parece armonizar activamente los Ecos caóticos del exterior, creando una atmósfera de calma ordenada y lógica dentro de la cámara. Es... hermosa, de una manera fría y tecnológica.
Y no estamos solos.
De pie junto a la columna central, de espaldas a nosotros, hay una figura. Es alta y notablemente delgada, casi etérea. Viste una especie de túnica ajustada de un material plateado que brilla suavemente, como metal líquido o tejido de datos puros. No tiene pelo visible, y la piel de sus manos y cuello, lo poco que podemos ver, tiene un brillo pálido, casi translúcido. Definitivamente no es humana. Tampoco parece una Custodia con sus túnicas blancas, ni un Mecanista con sus aumentos metálicos toscos. Es... algo completamente diferente.
La figura tiene una mano delgada apoyada suavemente sobre la superficie de la columna pulsante, como si estuviera sintiendo sus vibraciones, escuchando su canción, o quizás, comunicándose directamente con ella. Parece completamente absorta, sin haber notado nuestra llegada.
"¿Qué demonios es eso?", susurra Scrappy a mi lado, su voz apenas audible sobre la resonancia musical. Levanta ligeramente su pistola, su instinto de supervivencia luchando contra la extraña calma del lugar.
Transmisión recibida: 4/17/2025
ID: 158