Transmisión 181

Fecha: 29.06.2189 (Estimado) Hora: Indeterminada

Continuamos avanzando por el túnel, la opresiva tristeza de la plaga de Ecos presionando constantemente nuestras mentes. Mi escudo psíquico improvisado y la contra-resonancia del Sintonizador nos mantienen funcionales, pero el esfuerzo es agotador. El aire sigue siendo pesado, cargado con siglos de pena silenciosa.

Finalmente, después de lo que parece una eternidad caminando en la oscuridad polvorienta y emocionalmente sofocante, el túnel desemboca en una estructura diferente. Nos encontramos frente a una enorme puerta blindada, similar a las que sellan los diferentes sectores de Oakhaven, pero esta parece mucho más antigua y está claramente cerrada y sellada desde el exterior. Su superficie metálica está cubierta de advertencias de cuarentena descoloridas por el tiempo, con símbolos de peligro biológico y psíquico apenas legibles bajo capas de polvo y óxido.

Sin embargo, la puerta no está completamente intacta. En la parte inferior, cerca del suelo, hay una pequeña abertura irregular, apenas lo suficientemente grande como para que una persona se arrastre por ella. Los bordes del metal están doblados y rasgados hacia afuera, como si algo hubiera forzado su salida (o entrada) hace mucho, mucho tiempo.

"Nivel 10-Beta. La Zona de Cuarentena", murmura Scrappy, iluminando la puerta y la abertura con su lámpara. Su voz es tensa. "Aquí es donde se pone interesante."

Nos arrastramos por la estrecha abertura, uno tras otro, saliendo del túnel de mantenimiento y entrando en la zona residencial olvidada.

Nos encontramos en lo que una vez debió ser una avenida increíblemente lujosa. Ahora es una escena de desolación silenciosa y fantasmal. Edificios altos y elegantes, con diseños arquitectónicos que nunca he visto en los niveles superiores actuales, se alinean a ambos lados, sus fachadas de cromo brillante y amplios ventanales de cristal ahora rotos, opacos y cubiertos por una gruesa capa de polvo grisáceo. Vehículos de lujo de aspecto antiguo, aerodinámicos y ahora oxidados, yacen abandonados en medio de la avenida, algunos estrellados, otros simplemente detenidos como si sus conductores se hubieran desvanecido.

Y por todas partes, cubriendo el suelo, los edificios, los vehículos, hay una fina capa de polvo gris claro que parece absorber el sonido y la luz, creando una atmósfera irreal y apagada. El silencio es casi absoluto, más profundo incluso que en los túneles.

El Eco de tristeza aquí es casi insoportable, una nube psíquica densa y sofocante que lo envuelve todo, emanando de los edificios vacíos como un miasma invisible. La sensación de pérdida es tan abrumadora que me cuesta respirar.

Pero mientras lucho por mantener mi escudo psíquico contra la ola de pena, empiezo a sentir otros Ecos debajo de ella. Son débiles, sigilosos, casi ahogados por la tristeza dominante, pero están ahí. Ecos de movimiento furtivo en las sombras de los edificios. Ecos de una hambre fría y persistente. Ecos de... observación. Múltiples puntos de conciencia silenciosa, observándonos desde la oscuridad polvorienta.

No estamos solos.

"Algo más vive aquí", susurro a Scrappy, mi mano apretando con fuerza el Sintonizador, que ahora vibra con una nueva urgencia. "Algo que se ha adaptado a la plaga de Ecos. Nos están observando."

Scrappy asiente lentamente, sus ojos barriendo las ventanas rotas y las sombras profundas de los edificios abandonados, su pistola firmemente en mano. "Siempre hay algo que se adapta", responde con su habitual fatalismo sombrío.

Hemos encontrado nuestro refugio temporal, un lugar olvidado por el resto de Oakhaven. Pero parece que la Zona de Cuarentena del Nivel 10-Beta tiene sus propios guardianes silenciosos y hambrientos. Nuestro viaje por la Necrópolis de Neón está lejos, muy lejos de terminar.