Al arrastrarnos fuera del túnel de mantenimiento y entrar en la avenida principal del Nivel 10-Beta, la Zona de Cuarentena, la atmósfera cambia drásticamente. Es como si nos hubiéramos sumergido en un océano invisible de pura pena. La "plaga de Ecos" que la Tejedora mencionó no es el ruido caótico que esperaba, sino una única nota sostenida, un lamento silencioso y colectivo de miles de almas atrapadas en su desesperación final.
La tristeza me golpea como una pared física. Es abrumadora, mucho peor que cualquier Eco residual que haya sentido antes. Penetra mis defensas iniciales, amenazando con ahogar mi voluntad, con arrastrarme a un abismo de apatía y desesperanza. Siento el peso de siglos de sufrimiento asentándose sobre mí, una carga casi insoportable.
A mi lado, Scrappy también está luchando visiblemente. Su rostro orgánico está pálido, sus labios apretados en una línea fina. Su ojo cibernético parpadea erráticamente, sus sistemas probablemente sobrecargados al intentar filtrar o analizar la señal emocional masiva.
"Maldición", murmura, su voz ronca, apenas un susurro en el silencio opresivo que el polvo y la tristeza imponen. "Esto es... pesado." Tiene razón. El aire mismo parece espeso, difícil de respirar.
"Usa el escudo", le recuerdo, mi propia voz sonando tensa mientras refuerzo mis propias defensas mentales. Me concentro en las técnicas del Hermano Theron, buscando mi centro, mi determinación, esa pequeña chispa de voluntad que he empezado a cultivar. La expando hacia afuera, visualizando una barrera contra la marea de desesperación. El Sintonizador de Ecos en mi mano vibra con fuerza, la luz ámbar pulsando mientras intento activamente encontrar la frecuencia correcta para contrarrestar, para desafinar esta nota dominante de tristeza cósmica.
El efecto no es completo, ni mucho menos. La tristeza sigue ahí, una presencia constante y dolorosa. Pero la presión aplastante disminuye ligeramente. Se convierte en un dolor sordo, una carga pesada, en lugar de una fuerza que me ahoga activamente. Puedo pensar. Puedo moverme.
Veo a Scrappy hacer un esfuerzo similar. Su mandíbula se tensa, y siento (o imagino) cómo su propia defensa psíquica, esa "contramelodía" armónica que la Tejedora notó, se afirma contra la influencia externa, creando su propia pequeña isla de resistencia en este mar de pena.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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