Transmisión 194

Fecha: 12.07.2189 (Estimado) Hora: Indeterminada

Con un grito mental silencioso, libero la energía acumulada. No es una explosión física como la que destruyó la compuerta en el Nivel 9. Es algo diferente, más sutil pero no menos potente: una onda de choque puramente psíquica.

Una oleada invisible de pánico y terror primario barre el apartamento, emanando de mí como epicentro. Siento cómo golpea las paredes polvorientas, cómo resuena en los muebles rotos, y luego cómo se expande hacia afuera, atravesando la puerta blindada y las ventanas sucias, extendiéndose por el pasillo silencioso y la avenida desolada.

El efecto es inmediato y dramático. La abrumadora tristeza ambiental, la plaga de Ecos que impregna este nivel, parece retroceder momentáneamente, como si la intensidad cruda y aguda del pánico la hubiera perturbado, la hubiera hecho vacilar en su lamento constante.

Y las presencias que nos acechaban afuera... reaccionan violentamente.

Siento sus Ecos fragmentados dispersarse caóticamente, retroceder a toda velocidad, huyendo de la oleada de terror psíquico que he desatado. Percibo sus silenciosos chillidos mentales de angustia y confusión mientras se retiran a las sombras más profundas del Nivel 10-Beta, buscando refugio de esta emoción cruda, desconocida y abrumadora que ha roto su existencia basada en la pena. No estaban preparados para esto.

En cuestión de segundos, la presión psíquica externa desaparece. Los Ecos de los 'adaptados' se desvanecen en la distancia.

El apartamento queda en silencio, salvo por el eco moribundo del pánico que he proyectado y el sonido de mi propio corazón latiendo con fuerza en mis oídos. Abro los ojos, jadeando, el sudor frío perlando mi frente. Me siento completamente agotado, como si hubiera corrido un maratón psíquico, pero también... extrañamente lúcido.

Lo he hecho. He canalizado una emoción específica, la he amplificado y la he proyectado con intención. No he perdido el control. No he causado una destrucción física indiscriminada. He usado mi poder resonante como un arma psíquica dirigida.

Una pequeña pero significativa victoria en medio de nuestra desesperada situación.