Mientras Scrappy lucha contra los datos corruptos en la pequeña pantalla iluminada, yo continúo mi barrido metódico del búnker con el Sintonizador de Ecos. El blindaje de resonancia es asombrosamente efectivo; el silencio de Ecos externos sigue siendo absoluto, una barrera impenetrable contra la plaga de tristeza que reina afuera.
Sin embargo, aquí dentro, en este silencio artificial, empiezo a percibir Ecos más sutiles. No son fuertes ni claros, sino débiles, casi impresiones fantasmales atrapadas dentro de las propias paredes metálicas, dentro de la maquinaria silenciosa que nos rodea. Son como las últimas resonancias moribundas de eventos ocurridos hace siglos, preservadas por el aislamiento del búnker.
Reconozco la firma general de la Era del Fulgor, similar a la que sentí en el centro de datos del Nivel 7, pero aquí tienen una cualidad diferente. No son tan fríos y puramente lógicos. Siento Ecos de comunicación intensa, de transmisión de datos a través de vastas distancias (quizás antes de que se cortara la conexión principal), de monitorización constante de eventos que ocurrían en toda Oakhaven.
Y mezclado con eso, siento Ecos de... tensión. Preocupación creciente. Una sensación de urgencia y alarma que parece intensificarse en los Ecos más recientes atrapados aquí. Es como si los operadores de este búnker hubieran estado observando el desarrollo de una crisis en tiempo real, su ansiedad grabada en la estructura misma del lugar.
Mi atención se centra en la consola principal donde Scrappy sigue trabajando. Los Ecos son definitivamente más fuertes allí, como era de esperar. Siento la resonancia persistente de las voces que escuchamos en los registros de audio: el pánico agudo de la mujer, la resignación tensa del hombre que ordenó el sellado. Pero también siento los Ecos de aquellos que estuvieron sentados en estas mismas sillas ergonómicas durante incontables horas, mirando esas pantallas ahora oscuras. Siento su concentración, su análisis de datos febril, y luego... una alarma creciente, una comprensión horrorizada de lo que estaban presenciando a través de sus sensores y comunicaciones.
"Scrappy", digo en voz baja, acercándome a ella sin dejar de escanear la consola con el Sintonizador. "Esta consola... no era solo para comunicaciones locales o registros. Estaba conectada a algo mucho más grande. Podían... ver lo que estaba pasando ahí fuera. La plaga. La estaban monitorizando."
La implicación es clara: si estaban monitorizando la plaga, quizás los registros, por corruptos que estén, contengan información vital sobre su origen, naturaleza o, lo más importante, alguna debilidad o forma de contrarrestarla. O una salida.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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