Transmisión 227

Fecha: 14.08.2189 (Estimado) Hora: Indeterminada (¿Relevante?)

La descripción de una "corriente de Ecos" inestable como nuestra única salida no parece tranquilizar mucho a Scrappy. Me mira, su rostro apenas visible en la penumbra grisácea, la tensión evidente en su postura.

"¿Puedes seguirla?", pregunta, su voz tensa. "¿Una corriente de Ecos? ¿Cómo diablos se sigue eso?"

Miro el Sintonizador de Ecos, todavía oscuro e inerte en mi mano. "Creo que sí", respondo, aunque la perspectiva me llena de aprensión. "Con el Sintonizador... no, el Sintonizador no funciona aquí. No puede leer estos Ecos débiles y distorsionados, o lo que sea que sean." Guardo el dispositivo inútil en mi bolsillo. "Necesito... sentirla directamente. Con mi propia resonancia."

La idea es aterradora. Extender mi sensibilidad desnuda en este espacio roto, con la presencia del Devorador acechando en el fondo, es como caminar descalzo sobre cristales rotos en la oscuridad. Pero no tenemos otra opción.

Cierro los ojos por un momento, intentando bloquear la sensación opresiva del lugar, la presencia observadora. Me concentro hacia adentro, buscando mi propio centro resonante, las técnicas de enfoque que Theron me enseñó. Luego, con cuidado, extiendo mi sensibilidad psíquica hacia afuera, no de forma amplia, sino enfocada, buscando esa corriente débil y fluctuante que percibí con la ayuda de los artefactos.

La encuentro. Es como meter la mano desnuda en un río de agua helada y rápida. La sensación es dolorosa, discordante, llena de fragmentos de Ecos rotos y la estática residual del vacío. Pero puedo sentir su flujo, su dirección. Es débil, inconstante, pero es real.

Abro los ojos y señalo hacia adelante, a lo largo del túnel fracturado que se pierde en la penumbra. "Por aquí", digo, mi voz firme a pesar del dolor sordo en mi cabeza y la sensación de frío psíquico que me recorre. "Puedo sentirla. Tenemos que movernos."

Scrappy asiente, su expresión sombría pero decidida. Levanta su pistola, lista para cualquier amenaza física que podamos encontrar.

Comenzamos a avanzar, yo guiándome por la sensación precaria y dolorosa de la corriente de Ecos, Scrappy cubriéndome las espaldas, ambos alerta a cualquier peligro en este entorno extraño, silencioso y fundamentalmente roto. Cada paso se siente como una apuesta contra la entropía misma.