Este descenso forzado a través de las entrañas olvidadas de Oakhaven se está convirtiendo en un crisol inesperado. Bajo la tutela pragmática y a menudo brutal de Scrappy, y complementando sus lecciones con el conocimiento teórico almacenado en el cristal de datos del Hermano Theron que estudio durante nuestros breves descansos, siento que mis habilidades evolucionan a un ritmo acelerado.
Aprendo rápido porque la supervivencia lo exige. Mi capacidad para filtrar los Ecos caóticos de los niveles inferiores mejora día a día; empiezo a distinguir las amenazas reales del ruido de fondo de la miseria. El Sintonizador sigue siendo una herramienta útil, pero cada vez confío más en mi propia sensibilidad para detectar las firmas de Ecos de bandas hostiles o de las criaturas mutantes que acechan en las sombras, a menudo antes de que aparezcan en los sensores de Scrappy.
También practico el sigilo psíquico que Theron describía, intentando amortiguar mi propia resonancia, moverme como una sombra no solo física, sino también psíquica, para evitar atraer atención no deseada. Es difícil, requiere una concentración constante, pero parece funcionar.
Incluso he comenzado a experimentar de nuevo con la proyección de Ecos, recordando las advertencias de Gear sobre el control. Ya no intento la fuerza bruta que usé contra los Silenciadores, sino la sutileza. Pequeñas ilusiones auditivas (un ruido en un túnel lateral para distraer a una patrulla) o psíquicas (una breve oleada de miedo proyectada para ahuyentar a una criatura carroñera). Son trucos menores, pero me dan una sensación de agencia, de poder usar mi "maldición" como una herramienta activa para la supervivencia.
Scrappy, por su parte, es una fuerza de la naturaleza en este entorno. Su conocimiento de los túneles de la Red de Sombra es enciclopédico. Su habilidad para reparar o puentear tecnología antigua con recursos mínimos es asombrosa. Y cuando el sigilo falla, su destreza en el combate improvisado es letal. Su brazo cibernético reparado golpea con la fuerza de un martillo neumático, y su pistola modificada escupe proyectiles cinéticos con una precisión fría y eficiente. Nos ha sacado de más de un aprieto que habría terminado mal sin ella.
A pesar de nuestras personalidades tan diferentes –yo, el archivero cauteloso y cada vez más extraño; ella, la carroñera cínica y pragmática–, hemos desarrollado una dinámica funcional. Una confianza nacida de la necesidad compartida de sobrevivir y un respeto mutuo por las habilidades únicas que cada uno aporta. Compartimos la escasa comida que nos queda, hacemos guardia mientras el otro intenta descansar unas horas, y nos advertimos mutuamente de los peligros, a menudo sin necesidad de palabras, solo con una mirada o un gesto. Somos un equipo improbable, forjado en la desesperación y la oscuridad de Oakhaven.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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