Nos adentramos en los Sumideros, dejando atrás la relativa familiaridad de los niveles superiores. El túnel inicial nos sumerge rápidamente en un infierno húmedo y apestoso. Avanzamos lentamente, a menudo con el agua fétida y aceitosa llegándonos hasta las rodillas, dificultando cada paso.
Los túneles aquí son una mezcla aún más caótica que en los límites. Viejas estructuras de alcantarillado de ladrillo se derrumban en conductos de residuos industriales rotos de metal corroído, que a su vez se abren a cavernas naturales talladas por el agua y el tiempo, llenas de agua estancada que burbujea con gases tóxicos. El suelo es traicionero, una mezcla de lodo resbaladizo, escombros y quién sabe qué más.
Scrappy va delante, su lámpara portátil cortando apenas la oscuridad opresiva. Usa sus sensores para detectar bolsas de gas inflamable, suelos inestables y corrientes de residuos particularmente corrosivos. Yo la sigo de cerca, intentando usar el Sintonizador de Ecos para detectar peligros de otro tipo.
Pero es casi imposible. El caos de Ecos aquí es abrumador, una cacofonía densa y nauseabunda de miseria, locura, dolor y violencia residual acumulados durante siglos, quizás milenios. Es como intentar escuchar una sola voz en medio de un estadio lleno de gente gritando a pleno pulmón. El Sintonizador parpadea erráticamente, su cristal ámbar mostrando patrones sin sentido, incapaz de filtrar el ruido psíquico o de fijar una señal coherente.
Tengo que confiar principalmente en mis instintos, en mi sensibilidad desnuda, lo cual es agotador y peligroso en este entorno. Mantengo mi escudo mental lo más fuerte posible, luchando contra la presión constante de los Ecos circundantes, intentando percibir cualquier pico agudo de intención hostil o dolor extremo que pueda indicar una amenaza inmediata.
Vemos... cosas... en las sombras, en el límite del alcance de la lámpara de Scrappy. Formas retorcidas que se escabullen rápidamente fuera de la vista. ¿Humanos mutados por la toxicidad y la desesperación? ¿Criaturas adaptadas a este infierno subterráneo? ¿O simplemente ilusiones, fantasmas creados por los vapores venenosos y los Ecos enloquecidos que saturan el aire? No nos detenemos a averiguarlo.
Oímos sonidos inquietantes que nos ponen los pelos de punta: chapoteos repentinos en el agua fétida justo detrás de nosotros, siseos agudos que provienen de grietas oscuras en las paredes, y a veces, risas ahogadas y dementes que parecen venir de ninguna parte y de todas partes a la vez. El propio ambiente parece observarnos, respirar a nuestro alrededor.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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