Transmisión 254

Fecha: 16.09.2189 (Estimado) Hora: Indeterminada

Me agacho junto a Scrappy detrás del metal oxidado y retorcido del vagón volcado, el corazón latiéndome con fuerza contra las costillas. El aire en la estación abandonada es frío, pesado con el olor a humedad, descomposición y los Ecos persistentes de la masacre. Saco el libro de los Arquitectos y el mapa estelar, sus superficies frías un extraño consuelo en mis manos temblorosas.

Sé que no puedo hacer lo mismo que hice en la caverna del Corazón. No puedo simplemente abrirme y canalizar ese poder primordial de forma bruta. El coste fue demasiado alto; casi me destruyó. Y lo que es más importante, el riesgo de atraer la atención directa del Devorador de nuevo, de fortalecer esa conexión, es demasiado grande. Necesito una solución diferente, más controlada, más... precisa.

Pienso en las palabras de la Tejedora de Datos, en su críptica sugerencia sobre la debilidad potencial del Cazador: su conexión con los Ecos, o quizás, su ausencia de conexión con la verdadera Señal. Recuerdo la descripción en el libro de los Arquitectos sobre la Señal fundamental como una resonancia armónica, la canción subyacente de la realidad.

Armonía contra vacío. Orden contra entropía.

Una teoría desesperada, nacida de fragmentos de conocimiento antiguo y mi propia intuición resonante, comienza a tomar forma en mi mente. ¿Podría usar la armonía como arma? ¿No una explosión de poder caótico, sino una proyección enfocada de orden puro? ¿Podría "cantar" la Señal, proyectar una resonancia tan fundamentalmente armónica, tan ordenada, que repeliera o incluso dañara activamente a una criatura del vacío entrópico como el Cazador? Una criatura que, por su propia naturaleza, debe ser la antítesis de esa armonía.

Es una apuesta increíble. Una teoría basada en susurros y símbolos arcanos. Pero mientras siento la fría presencia del Cazador acercándose por el túnel oscuro, sé que es la única opción que tengo además de la huida inútil.

Me preparo, intentando calmar mi respiración, buscando ese centro de calma que Theron me enseñó, preparándome para tocar la canción más peligrosa de mi vida.