"¡Entonces dale algo más fuerte!", grita Scrappy desde su posición, esquivando otro ataque errático del Cazador mientras sigue disparando sin cesar. Su voz es tensa, pero firme. "¡Usa el Corazón! ¡La máquina!"
El Corazón de la Máquina. La idea es aterradora. La última vez que interactué con él, casi me consume. Pero Scrappy tiene razón. Necesito más poder, más orden para superar el escudo de caos del Cazador. Recuerdo la conexión que sentí, el poder primordial y estable que latía en las profundidades. ¿Podría recurrir a él de nuevo? ¿Incluso desde esta distancia? ¿Y podría hacerlo de forma diferente?
Me concentro, buscando esa resonancia profunda y estable bajo el caos creciente que me bombardea. La encuentro, un latido constante y poderoso bajo la estática de los Ecos violentos. Extiendo mi conciencia hacia ella, no con la intención de desestabilizarla como hice con el tanque de refrigerante en el Nivel 7, sino para... pedir prestado. Para sintonizarme con su armonía fundamental, para usar su orden inherente como un ancla y un amplificador para reforzar mi propio canto debilitado.
Siento una conexión. Un flujo de energía ordenada, antigua y poderosa entra en mí, no como un torrente incontrolable, sino como un río profundo y constante que estabiliza mi propia resonancia temblorosa. La nota armónica que proyecto se fortalece, se purifica, se amplifica. La luz ámbar del Sintonizador de Ecos brilla con una intensidad renovada, y los intrincados patrones en el libro y el mapa ante mí se vuelven nítidos y claros, ardiendo con una luz interna.
La onda de armonía que emana de mí se intensifica dramáticamente, volviéndose casi visible, una distorsión palpable en el aire polvoriento de la estación. Golpea el escudo arremolinado de Ecos caóticos que rodea al Cazador, y esta vez, el escudo se hace añicos como cristal bajo una nota de frecuencia perfecta.
El Cazador chilla. Es un sonido horrible, desgarrador, que resuena tanto en mis oídos como directamente en mi cráneo, un sonido de pura agonía mientras la resonancia armónica pura y amplificada lo golpea de lleno, sin protección.
Su forma oscura parpadea violentamente, perdiendo coherencia a una velocidad alarmante. Volutas de sombra se desprenden de él como humo negro, disolviéndose en la nada antes de tocar el suelo. Parece estar... deshaciéndose, desintegrándose bajo la presión del orden absoluto.
<< ¡Imposible! >> Su voz mental es un grito final de incredulidad y dolor cósmico. << ¡La armonía... quema! ¡El orden... consume! >>
Con un último siseo de furia impotente y desesperación existencial, el Cazador de Ecos implosiona. No hay una explosión externa, solo un colapso repentino y silencioso hacia adentro, como si fuera absorbido por su propio vacío.
Donde estaba la criatura, ahora no queda nada más que un silencio momentáneo y el leve olor persistente a ozono y a la nada helada.
Transmisión recibida: 4/17/2025
ID: 259