Nuestro destino, el centro geotérmico olvidado, yace en las profundidades más extremas de los Sumideros, cerca de la roca madre del planeta, según los mapas fragmentados y los rumores que Scrappy ha reunido. Así que seguimos descendiendo. Siempre descendiendo.
El carácter de los túneles cambia gradualmente. Los conductos de alcantarillado de hormigón agrietado y las líneas de metro de carga oxidadas empiezan a dar paso a cavernas naturales, formaciones geológicas talladas a lo largo de eones por ríos subterráneos –ahora a menudo fluyendo con residuos tóxicos en lugar de agua– o por el calor ascendente de las entrañas del planeta. La sensación de estar en una estructura artificial, aunque decrépita, se desvanece, reemplazada por la opresión primordial de la roca sólida y las fuerzas geológicas.
El aire se vuelve notablemente más cálido, más húmedo. El hedor habitual a podredumbre y químicos industriales empieza a mezclarse con un olor acre y penetrante a azufre. El goteo constante de agua (o algo peor) se vuelve más frecuente, y a veces oímos el silbido distante de vapor escapando de fisuras en la roca. Nos estamos acercando a una fuente de calor significativa.
Pero el cambio más notable, al menos para mí, es en los Ecos. La cacofonía constante de miseria humana, de trabajo industrial monótono, de violencia y desesperación que ha sido la banda sonora de nuestro viaje por los Sumideros, comienza a atenuarse. No desaparece por completo –las cicatrices psíquicas de Oakhaven son profundas– pero se vuelve más débil, como un ruido de fondo distante.
En su lugar, surgen Ecos diferentes. Más antiguos. Más primordiales. Siento la resonancia lenta y aplastante de la roca bajo una presión inmensa. Siento el calor latente de la piedra fundida en las profundidades. Siento la energía cruda y poderosa de las fuerzas geológicas que dieron forma a este mundo mucho antes de que los Arquitectos llegaran con sus diseños matemáticos o la Era del Fulgor construyera sus fábricas arcanas. Son Ecos vastos, impersonales, casi incomprensibles para una mente humana, pero extrañamente... limpios, comparados con la contaminación psíquica de los niveles superiores.
Y debajo de todo eso, como un bajo continuo en esta sinfonía geológica, siento algo más. Una resonancia familiar. Débil, muy débil, como una nota distante llevada por el viento a través de kilómetros de roca sólida, pero inconfundible. Es la misma resonancia estable, ordenada y poderosa que sentí emanando del Corazón de la Máquina en aquella caverna de magma. ¿Está conectado el centro geotérmico al Corazón de alguna manera? ¿O es simplemente que ambos aprovechan la misma fuente de energía planetaria fundamental, la misma "canción de la roca y la llama" de la que hablaron los Guardianes?
"Estamos cerca", dice Scrappy de repente, interrumpiendo mis reflexiones. Consulta los sensores incorporados en su ojo cibernético. "Las lecturas de energía geotérmica están aumentando exponencialmente. Y mis mapas indican una gran cavidad estructural justo delante. Prepárate, Archivero. Sea lo que sea que haya ahí abajo, probablemente no esté acostumbrado a recibir visitas."
Transmisión recibida: 4/17/2025
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