El túnel natural por el que descendíamos se abre abruptamente, sin previo aviso, a una caverna de proporciones colosales. Es un espacio vasto, mucho más grande que la caverna del Corazón de la Máquina, pero radicalmente diferente.
Lo primero que golpea es el calor. Es sofocante, opresivo, mucho más intenso que en los túneles anteriores. El aire es espeso, pesado, cargado de humedad y del penetrante olor a azufre que ahora domina sobre cualquier otro hedor. A diferencia de la caverna del Corazón, aquí no hay un lago de magma brillante iluminando el espacio. La luz es escasa, irregular, y proviene principalmente de abajo.
El suelo rocoso está lleno de grietas y fisuras de las que brotan géiseres intermitentes de vapor sulfuroso. Sisean y rugen al escapar, llenando el aire de una neblina caliente y opaca que dificulta la visión y crea sombras danzantes y fantasmales en la penumbra. El sonido de los géiseres se une al retumbar profundo y constante que parece venir de las entrañas del planeta, una vibración que se siente más en los huesos que en los oídos.
Y en el centro de esta caverna infernal, parcialmente oculta por las columnas de vapor y la oscuridad, se alza la estructura.
Es... indescriptible. Colosal, empequeñeciendo incluso al Corazón de la Máquina en escala bruta, aunque no en presencia resonante. No está hecha de la obsidiana negra y lisa ni del cristal resonante de la tecnología Arquitecto que he visto antes. Su superficie es de un material diferente, una especie de cerámica negra mate, increíblemente resistente al calor a juzgar por su proximidad a la actividad geotérmica.
Su forma es extraña, casi perturbadora. No tiene las líneas limpias y geométricas de los Arquitectos. Es orgánica, bulbosa, como un capullo gigante a punto de abrirse, o quizás el corazón petrificado de alguna bestia titánica olvidada por el tiempo. Grandes conductos y tuberías, hechos del mismo material cerámico o de algún metal oscuro ahora corroído y roto, entran y salen de la estructura principal en ángulos extraños, sugiriendo que una vez fue el nexo central de una vasta red de distribución de energía, mucho antes de que los Arquitectos impusieran su propio orden.
En su superficie oscura, veo paneles de control agrietados, de un diseño completamente alienígena, de los que parpadean débilmente luces anaranjadas intermitentes, como los últimos latidos de un corazón moribundo.
Nos quedamos en la entrada del túnel, observando la estructura con una mezcla de asombro y temor. El calor es casi insoportable, el aire apenas respirable.
"El centro geotérmico", susurra Scrappy a mi lado, su voz apenas audible por encima del rugido de los géiseres. Hay una nota de asombro genuino en su tono, algo raro en ella. "La leyenda era cierta."
Sí, la leyenda era cierta. Pero las leyendas suelen omitir los detalles más desagradables. Y mientras miro la estructura alienígena que palpita débilmente en el corazón de esta caverna infernal, no puedo evitar sentir que hemos encontrado algo mucho más antiguo, y potencialmente mucho más peligroso, de lo que esperábamos.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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