Mientras mi mente intenta procesar la cosmología alienígena que los Guardianes están revelando –el Corazón, el Ojo del Silencio, la Primera Canción–, me doy cuenta de que Scrappy ha estado observándome con una expresión de creciente confusión y alarma. Para ella, he estado parado en medio de esta cámara extraña, mirando al vacío y murmurando preguntas al aire, aparentemente respondiendo a voces que solo yo podía oír.
"¿Estás hablando con las paredes, Archivero?", pregunta finalmente, su voz rompiendo el silencio expectante de la cámara. Hay una nota de genuina preocupación en su tono, como si temiera que finalmente hubiera perdido la cabeza en las profundidades de los Sumideros. "¿Te ha afectado el calor? ¿O los Ecos raros de este sitio?"
Niego con la cabeza, volviéndome hacia ella. "No exactamente", digo, aunque sé lo loco que debe sonar. "¿Tú... no los oyes?"
Ella frunce el ceño. "¿Oír a quién? No hay nadie aquí."
"La voz. Las voces", intento explicar. "La conciencia de este lugar. Se llaman a sí mismos los Guardianes del Corazón."
Scrappy me mira como si me hubiera salido una segunda cabeza. "¿La conciencia del lugar? ¿Como... las rocas están hablando contigo?" Su escepticismo es palpable, grabado en cada línea de su rostro curtido.
Me doy cuenta de lo absurdo que suena. Intento pensar en cómo compartir la experiencia, cómo hacerle entender que no estoy delirando. Recuerdo la forma en que a veces puedo transmitir Ecos o sensaciones a través del contacto. Dudo por un momento, pero la necesidad de que entienda, de que confíe en mí en esta situación increíblemente extraña, supera mi reticencia.
Me acerco a ella y, con cautela, pongo mi mano sobre su brazo orgánico. Cierro los ojos y me concentro, no en la vasta conciencia de los Guardianes –eso sería demasiado peligroso para ambos–, sino en la sensación de su comunicación mental, en la resonancia de su voz múltiple, en la esencia de lo que acaban de explicar sobre sí mismos, el Corazón y el Ojo. Intento proyectar esa sensación, esa resonancia, directamente en su mente.
Scrappy se estremece violentamente al contacto, sus ojos (tanto el orgánico como el cibernético) se abren de par en par con sorpresa y algo parecido al miedo. Retrocede un paso, apartando mi mano. "¿Qué... qué demonios fue eso?", jadea, mirándome con una nueva mezcla de asombro y aprensión. "Sentí... voces. Muchas voces. Dentro de mi cabeza."
"Esos son los Guardianes", confirmo en voz baja. "Están aquí. Son reales."
Scrappy se queda en silencio por un largo momento, procesando la experiencia. Su pragmatismo de carroñera lucha visiblemente contra la evidencia innegable de lo que acaba de sentir. Finalmente, sacude la cabeza, como si intentara deshacerse de la sensación. "Vale...", dice lentamente, su voz todavía un poco temblorosa. "Eso es... nuevo." Suspira, y su lado práctico toma el control de nuevo. "De acuerdo. Entidades planetarias parlantes. ¿Qué más da a estas alturas?" Su mirada se vuelve aguda. "La pregunta importante es: ¿Pueden ayudarnos a salir de aquí? ¿O al menos, ofrecernos un lugar seguro para escondernos de los que nos persiguen?"
Su lógica es impecable. Por muy fascinante que sea este descubrimiento, nuestra supervivencia sigue siendo la prioridad. Me vuelvo hacia la presencia invisible pero palpable de los Guardianes, enfocando mi mente para dirigirles la pregunta de Scrappy.
"Guardianes", proyecto mentalmente, "¿Podéis ayudarnos? Buscamos un lugar seguro. Un refugio."
Transmisión recibida: 4/17/2025
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