La oferta de los Guardianes queda suspendida en el aire mental, resonando en la quietud de la cámara. Santuario. Conocimiento. La posibilidad de encontrar la "chispa de la Primera Canción", la llave para desentrañar los secretos de los artefactos que llevo. Es una oportunidad increíble, un respiro inesperado en medio de una huida desesperada.
Pero la advertencia es igualmente clara. La protección es temporal y limitada a este lugar. No lucharán mis batallas. La sinfonía cósmica peligrosa de la que ahora formo parte seguirá sonando fuera de estas paredes armónicas, y eventualmente tendré que salir a enfrentarla.
Me encuentro en una encrucijada. Quedarme aquí, en este santuario antiguo y alienígena, sumergirme en el aprendizaje bajo la tutela de una conciencia planetaria, fortalecerme, quizás encontrar la manera de controlar realmente el poder que siento crecer en mí. Sería lo más seguro, al menos a corto plazo. Podría pasar ciclos aquí, tal vez incluso años, estudiando, meditando, aislado del caos de Oakhaven y de las miradas indiscretas de entidades cósmicas.
Pero ¿a qué precio? El aislamiento. La desconexión. Convertirme en un ermitaño psíquico mientras el mundo exterior sigue desmoronándose, mientras las fuerzas que he despertado continúan sus planes. ¿Y qué pasaría cuando finalmente tuviera que salir? ¿Estaría realmente preparado, o simplemente habría retrasado lo inevitable, volviéndome complaciente en mi jaula dorada?
Miro a Scrappy. Ella ha estado escuchando la comunicación mental, su rostro una máscara tensa de concentración y preocupación. Nuestra alianza es improbable, forjada en el peligro compartido, pero su presencia aquí, su pragmatismo terrenal, es un ancla en medio de estas revelaciones cósmicas. Ella también está atrapada en esto conmigo. Su mirada se encuentra con la mía, y veo la misma pregunta en sus ojos: ¿confiar en las rocas parlantes o volver al infierno que conocemos?
"¿Qué hacemos, Archivero?", pregunta en voz baja, su voz apenas un susurro, pero cargada de peso.
Pienso en las lecciones fragmentadas que he reunido hasta ahora. Theron hablando del equilibrio, de encontrar la calma en el centro de la tormenta. Gear hablando de la música, de encontrar la armonía correcta en medio del ruido. La Tejedora insinuando un nuevo tipo de Tejedor, alguien que no solo lee los Ecos, sino que los moldea, que añade su propia nota a la Señal.
Quizás la respuesta no está en elegir un extremo u otro. No esconderme para siempre ni lanzarme ciegamente a la lucha. Quizás, como dijo Theron, se trata de equilibrio. Usar este santuario no como un escape permanente, sino como un lugar para aprender, para afinar mi instrumento, para entender la música antes de intentar cambiarla.
Miro la esfera de oscuridad flotante, el Ojo del Silencio, un ancla de vacío. Miro el libro metálico en mis manos, un compendio de orden armónico. Caos y orden. Silencio y canción. Necesito entender ambos, dominar ambos, para encontrar mi propio camino.
"Creo...", digo finalmente, mi voz resonando en la cámara silenciosa, dirigida tanto a Scrappy como a los Guardianes invisibles. "Creo que necesitamos aprender lo que podamos aquí." Siento la necesidad urgente de comprender los artefactos, mi conexión con la Señal, la naturaleza de las fuerzas en juego. "Entender el libro, el mapa, nuestra propia conexión con la Señal."
Hago una pausa, tomando una respiración profunda del aire fresco y limpio. "Pero no podemos quedarnos para siempre." La idea del aislamiento permanente me resulta intolerable. "Tenemos que volver. Tenemos que... intentar cambiar la canción nosotros mismos."
Es una declaración de intenciones, una apuesta por un camino intermedio. Aprender aquí, sí, pero con el propósito de actuar después. Usar el conocimiento como un arma, no como un escudo para esconderme detrás. Espero que los Guardianes lo entiendan. Espero que Scrappy esté de acuerdo. Y espero, sobre todo, tener la fuerza para llevarlo a cabo.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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