Transmisión 282

Fecha: 14.10.2189 (Estimado) Hora: Indeterminada

Mi decisión, mi declaración de intenciones de aprender aquí para poder luchar fuera, queda suspendida en el aire resonante de la cámara. Espero la respuesta de los Guardianes con el aliento contenido. ¿Aceptarán esta condición? ¿O considerarán mi deseo de volver al mundo exterior como una falta de respeto a su santuario?

La respuesta llega no con palabras, sino con una sutil pero inconfundible inflexión en su coro mental. Hay una resonancia que interpreto como... ¿aprobación? ¿O quizás simplemente una profunda comprensión, la aceptación de una elección que encaja en algún patrón cósmico que ellos perciben y yo no?

<< Una elección... resonante >>, transmiten, y la palabra "resonante" vibra con un significado especial, como si mi decisión estuviera en armonía con la propia naturaleza de la Señal, con el flujo y reflujo del orden y el caos.

<< El aprendizaje requiere tiempo >>, continúan, su tono volviéndose paciente, casi didáctico. << La armonía requiere equilibrio. Os concederemos tiempo aquí, en el Corazón. >>

Siento una oleada de alivio recorrer mi cuerpo. Nos permitirán quedarnos. Nos darán la oportunidad que necesitamos desesperadamente.

<< Aprende, Tejedor incipiente >>, dicen, dirigiéndose a mí con ese título que la Tejedora de Datos también usó, un título que todavía me parece demasiado grande, demasiado pesado. << Escucha la canción de la roca y la llama. >> Siento de nuevo esa conexión con la energía primordial del planeta, la fuente del poder de este lugar. << Pero recuerda >> -la advertencia final, siempre presente- <<: cuando la música te llame de nuevo al mundo exterior, debes estar preparado para enfrentarte a la disonancia... y quizás, para añadir tu propia nota a la Señal. >>

Añadir mi propia nota. No solo escuchar, no solo reaccionar, sino crear. La idea es a la vez aterradora y extrañamente estimulante.

Mientras asimilo sus palabras, noto un cambio tangible en la cámara. La luz anaranjada que emana de los patrones en las paredes parece suavizarse, volverse menos intensa, más acogedora. El calor ambiental, aunque todavía presente, disminuye ligeramente, haciendo la atmósfera más confortable. Es como si el propio Corazón, la propia estructura, hubiera aceptado nuestra presencia, ajustando su armonía para acomodarnos temporalmente.

Y por primera vez desde que huimos de los Archivos Centrales, desde que mi vida se convirtió en una carrera constante por la supervivencia en las sombras, siento una verdadera, aunque sé que temporal, sensación de paz. Un respiro. Una oportunidad.

Aquí, en el corazón palpitante de una conciencia planetaria olvidada, rodeado de tecnología alienígena y Ecos primordiales, finalmente puedo detenerme, respirar y empezar a aprender.

Pero sé que esta calma es solo el ojo del huracán. La tormenta sigue acumulándose afuera, en las calles rotas de Oakhaven y en los planos desconocidos de la existencia. Pronto, muy pronto, tendré que volver a enfrentarla. Y espero, rezo a cualquier dios olvidado que aún escuche en esta ciudad muerta, estar preparado cuando llegue ese momento, armado con el conocimiento antiguo de los Guardianes y un poder que apenas comienzo a comprender.