Mientras yo me pierdo en las abstracciones cósmicas del libro y el mapa, Scrappy se dedica a tareas mucho más tangibles. Para ella, este santuario alienígena es, ante todo, una oportunidad para reparar el daño acumulado durante nuestra huida constante.
Se recupera de las heridas menores sufridas en los Sumideros –cortes, contusiones, la tensión muscular de la supervivencia– con la eficiencia pragmática que la caracteriza. Pero su principal foco es su equipo. Pasa horas reparando meticulosamente su brazo cibernético, dañado en algún encuentro olvidado o quizás por el simple desgaste. La veo desmontar las placas de blindaje, limpiar los actuadores, recalibrar los sensores con herramientas especializadas que saca de su bolsa de carroñera. Trabaja con una concentración absoluta, ajena a la majestuosidad alienígena que nos rodea.
También revisa y repara el resto de su equipo: su pistola modificada, sus dispositivos de escaneo, su ojo cibernético. La rutina parece calmarla. Aunque sin duda aprecia la seguridad y la tranquilidad del Corazón, puedo sentir su nerviosismo subyacente. El silencio absoluto, la atmósfera extraña, la falta de Ecos familiares... todo la pone nerviosa. Es una criatura de acción, de movimiento constante, y esta quietud forzada va en contra de su naturaleza. Necesita mantenerse ocupada para no pensar demasiado en las implicaciones de dónde estamos o en la vasta conciencia que nos observa.
Cuando no está reparando su equipo, la veo explorar los alrededores de la cámara central. Se mueve con cautela por las plataformas y consolas que rodean el Corazón palpitante (o quizás debería llamarlo el centro geotérmico, para distinguirlo del otro), examinando la tecnología pre-Arquitecto con una mezcla de curiosidad profesional y frustración. Intenta usar sus herramientas, conectar interfaces, obtener lecturas, pero la mayor parte del tiempo, la tecnología alienígena simplemente no responde o le devuelve datos incomprensibles.
"Esto no es como la tecnología de la Era del Fulgor", me dice una noche, mientras compartimos una de nuestras últimas barras de nutrientes genéricos en un silencio casi incómodo. Su voz es baja, reflexiva. "Aquello era... complicado, sí, a menudo inestable, lleno de parches y soluciones improvisadas, pero era reconocible. Podías seguir los cables, entender los flujos de energía, hackear los protocolos si sabías lo suficiente." Hace un gesto hacia la estructura cerámica pulsante que domina la cámara. "Esto... esto es diferente. Parece más simple en la superficie, menos cables, menos componentes visibles. Pero es infinitamente más complejo por debajo. Como si funcionara con principios completamente distintos. Resonancia, armonía... no ingeniería." Admite, con una rara muestra de humildad, que está más allá de casi todo lo que ha visto o estudiado antes.
Pero donde sí obtiene resultados es con la tablilla de cristal ámbar que le confié, la que encontramos en el cuerpo del Mecanista. Usando sus herramientas de precisión y la interfaz directa de su ojo cibernético, es capaz de extraer y correlacionar fragmentos de datos que yo, con mi enfoque más intuitivo y resonante, había pasado por alto.
"Tenías razón sobre los 'Guardianes Silenciosos'", me informa, mostrándome los datos corruptos pero legibles en su propio datapad. "La tablilla confirma que son construcciones Arquitecto dejadas para proteger ciertos nodos o artefactos. Peligrosos, pero programados. No como el Cazador."
Y encuentra algo más, algo que conecta con las vagas referencias históricas del libro y las palabras de los propios Guardianes del Corazón. "Hay menciones fragmentadas aquí", dice, señalando otra sección de datos. "Hablan de una 'Guerra de la Señal'. Algo que ocurrió antes de la Era del Fulgor. Una lucha por el control de la propia Señal fundamental." Sus ojos se entrecierran. "Y parece estar relacionada con algo llamado 'cristalización lógica'. ¿Te suena de algo?"
Asiento lentamente. El libro también mencionaba la "disonancia cristalina" y la "intrusión fría y lógica". Una guerra olvidada por la naturaleza misma de la realidad. Otro misterio más que añadir a la pila creciente.
Mientras Scrappy vuelve a sus análisis, no puedo evitar sentir una punzada de gratitud por su presencia. Mis habilidades son esotéricas, ligadas a la resonancia y a los Ecos. Las suyas son prácticas, basadas en la tecnología y la supervivencia. Juntos, quizás, solo quizás, tengamos una oportunidad de entender y sobrevivir a la compleja y peligrosa realidad que se despliega ante nosotros.
Transmisión recibida: 4/17/2025
ID: 285