TRANSMISIÓN 30
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Transmisión 30

Transmisión 030

Fecha: 30.01.2189 Hora: 12:05

La oscuridad aquí abajo es absoluta. No como la oscuridad preñada de los Archivos o el vacío tenso del Nivel Industrial. Esta es una oscuridad húmeda, fría, que huele a moho y a metal podrido. El agua helada me llega a los tobillos, un recordatorio constante de dónde estoy: en las entrañas olvidadas de la ciudad, en la legendaria Red de Sombra.

Saco el broche Mecanista del bolsillo. En esta negrura total, no ofrece ninguna luz. Me concentro, intentando usar mi sensibilidad recuperada para seguir su Eco, como hice en el conducto. Todavía siento el pulso errático, ese latido de fervor mecánico, pero aquí, en este espacio más abierto, es difuso, sin dirección clara. No tira de mí como lo hacía la Brújula. Es más una baliza de presencia que una herramienta de navegación. Inútil para guiarme por este laberinto. Lo guardo de nuevo, una pieza de metal fría y silenciosa en mi bolsillo.

Estoy solo. Ciego. Y sin mapa.

Bueno, no del todo sin mapa. Recuerdo el esquema que vi brevemente en el datapad antes de perderlo. La ruta inicial. Seguir este túnel principal hacia el oeste –tengo que asumir que la escalera descendía desde el este– durante aproximadamente medio kilómetro. Luego, buscar una bifurcación hacia el sur, marcada con un símbolo específico: tres líneas onduladas verticales cruzadas por una horizontal. Es todo lo que tengo. Mi memoria imperfecta y la esperanza de que los Mecanistas no me hayan enviado a una trampa mortal.

Comienzo a caminar. El chapoteo de mis botas en el agua estancada es el único sonido, aparte del goteo ocasional desde el techo invisible. El agua está helada y se filtra rápidamente a través de las suelas gastadas, empapando mis pies y añadiendo otra capa de miseria a mi situación. El túnel es bajo, apenas más alto que yo, obligándome a caminar encorvado, lo que pronto empieza a pasar factura a mi espalda. Palpo las paredes a medida que avanzo, lisas, frías y cubiertas de esa sustancia viscosa y desagradable.

El silencio es lo más inquietante. Después del constante zumbido de los Ecos industriales y la cacofonía distorsionada inducida por el lodo, este silencio es antinatural. Mi sensibilidad a los Ecos, aunque aclarada por el purgador, sigue amortiguada. Siento una especie de... vacío psíquico. Percibo los Ecos residuales débiles –moho, agua estancada, desesperación antigua– pero son como susurros lejanos detrás de una puerta gruesa. La cacofonía habitual que me atormenta se ha ido.

Y eso me asusta más que el ruido.

¿Está la Red de Sombra realmente tan... silenciosa? ¿O es el purgador que ha dañado mi habilidad de forma permanente? ¿O, peor aún, estoy simplemente ciego a los peligros psíquicos que me rodean? La ausencia de la estática habitual es como caminar con los oídos tapados en una zona de guerra. No sé si la calma es real o una ilusión peligrosa.

Avanzo a tientas durante lo que calculo que son unos diez minutos. El túnel sigue recto, sin cambios. La oscuridad es total. El aire es pesado, viciado, difícil de respirar. La sensación de aislamiento es abrumadora. Soy una mota de polvo perdida en las arterias olvidadas de una ciudad muerta.

¿Cuánto falta para el medio kilómetro? ¿Cómo sabré si he pasado la bifurcación? Mi única guía es mi propio sentido imperfecto de la distancia y la dirección, y la esperanza de que el símbolo marcado sea visible en esta oscuridad.

Sigo caminando, el chapoteo de mis pies marcando un ritmo lúgubre en el silencio opresivo. Cada sombra parece moverse. Cada goteo suena como un paso detrás de mí. La advertencia de Jax resuena en mi cabeza: "No confíes en nadie que encuentres." Pero, ¿y si el peligro no es alguien, sino algo? ¿Algo que acecha en la oscuridad, más allá del alcance de mis sentidos amortiguados?

Transmisión recibida: 4/17/2025

ID: 30