Aseguramos la puerta del taller detrás de nosotros, volviendo a sumergirnos en la penumbra opresiva y los Ecos fantasmales del Nivel 5-Gamma. La relativa seguridad de nuestro escondite se desvanece, reemplazada por la tensión alerta de movernos por territorio desconocido y potencialmente hostil.
Yo tomo la delantera, usando el Sintonizador de Ecos no solo para seguir la firma estable de Gear, sino también para escanear nuestro entorno inmediato en busca de otras presencias o peligros resonantes. Scrappy me sigue de cerca, su pistola en mano, sus ojos (orgánico y cibernético) barriendo las sombras, sus pasos silenciosos sobre los escombros.
Nos movemos a través de un paisaje de pesadilla industrial. Enormes naves de ensamblaje vacías se alzan como esqueletos de bestias olvidadas, sus entrañas llenas de maquinaria oxidada y silenciosa. Cruzamos pasarelas metálicas que crujen precariamente bajo nuestro peso, suspendidas sobre abismos oscuros donde una vez rugieron las forjas arcanas. Avanzamos por corredores llenos de escombros, donde los restos de paredes derrumbadas y conductos reventados crean un laberinto claustrofóbico.
El aire sigue vibrando con los Ecos industriales y arcanos, pero ahora, fuera del refugio del taller, son más fuertes, más caóticos. Siento la energía residual de la tecnología arcana inestable chisporroteando en la periferia de mi percepción, como estática psíquica que amenaza con sobrecargar mis sentidos. Hay zonas donde los Ecos son particularmente densos y perturbadores, lugares donde siento que la propia realidad se siente delgada, frágil.
Vemos los restos de experimentos fallidos que hielan la sangre: manchas extrañas en el suelo que parecen absorber la luz, maquinaria retorcida como si hubiera implosionado por una fuerza desconocida, y en una ocasión, una sala llena de lo que parecen ser vainas de estasis rotas, sus ocupantes desaparecidos hace mucho tiempo o quizás... transformados en algo irreconocible.
Las paredes están cubiertas de grafitis descoloridos: advertencias crípticas dejadas por carroñeros ("¡No tocar! ¡Resonancia corrupta!"), símbolos de bandas olvidadas que reclamaban este territorio muerto, y ocasionalmente, el símbolo del Ojo Oculto de los Mecanistas, recordándonos que no estamos solos en estas ruinas.
Cada paso es cauteloso, cada sombra una amenaza potencial. Seguimos la señal de Gear, una baliza solitaria en este mar de decadencia y peligro, esperando que nos lleve a respuestas y no a una trampa mortal.
Transmisión recibida: 4/17/2025
ID: 303