Sigo avanzando por el túnel oscuro y húmedo, el chapoteo de mis pies en el agua helada como único acompañamiento. La oscuridad es total, el silencio opresivo. Mi sensibilidad a los Ecos sigue amortiguada, una calma antinatural que me inquieta más que el ruido habitual. Cada paso es un acto de fe ciega, confiando en mi memoria fragmentada del mapa perdido.
Entonces, lo oigo.
Al principio es casi imperceptible, un sonido tan débil que podría ser el roce de mi propia ropa o el movimiento del agua. Un susurro.
Me detengo en seco. Contengo la respiración, aguzando el oído. El goteo lejano. El latido de mi propio corazón. Y sí... ahí está de nuevo. Un susurro sibilante, como el viento deslizándose por una grieta estrecha. Pero no hay viento aquí abajo. Y no suena como un Eco. Los Ecos tienen... peso. Emoción. Resonancia psíquica. Esto es diferente. Suena físico. Real.
¿Hay alguien más aquí? ¿En este túnel olvidado?
El corazón me da un vuelco. La advertencia de Jax: "No confíes en nadie". Avanzo con una cautela extrema ahora, cada paso medido, intentando no hacer ruido en el agua. El cuchillo multiusos aparece en mi mano casi por instinto, la pequeña hoja desplegada sintiéndose patéticamente inadecuada.
Los susurros continúan, intermitentes. A veces parecen venir de adelante, otras veces de atrás, como si me rodearan. No es una sola voz, son múltiples. Superpuestas. Hablando en un idioma desconocido, o quizás solo imitando el sonido del habla humana, sílabas sin sentido que se deslizan y sisean en la oscuridad.
Empiezo a sentir un cosquilleo en la piel, como si el aire estuviera cargado de electricidad estática. El vello de mis brazos se eriza. Y ese olor... el olor dulzón y enfermizo que noté al entrar en la Red, ahora se intensifica notablemente. Es nauseabundo, antinatural.
¿Qué demonios es esto? ¿Criaturas? La Red está llena de ellas, según los Mecanistas. ¿Algún tipo de alimaña mutante que se comunica con susurros? ¿O cultistas? Los Cultores del Eco Roto a veces realizan sus rituales en lugares olvidados como este. ¿Podrían estar cerca?
Me agacho instintivamente, buscando cobertura, pero las paredes del túnel son lisas y uniformes. No hay dónde esconderse. Solo puedo seguir adelante o retroceder. Retroceder significa admitir la derrota ante los Mecanistas, volver a su taller como un perro apaleado. Seguir adelante significa enfrentarme a lo que sea que esté produciendo estos susurros y esta extraña energía.
Elijo seguir adelante. La curiosidad, o quizás solo la estupidez nacida de la desesperación, me impulsa.
Los susurros se hacen más fuertes, más insistentes. Ahora casi puedo distinguir palabras, o fragmentos de ellas, pero siguen sin tener sentido. Son como un coro de locos susurrando secretos rotos en la oscuridad. El cosquilleo en mi piel se convierte en una sensación de picazón.
Y entonces, veo la luz.
No es una luz brillante, sino una luminiscencia débil, enfermiza, de color verdoso pálido. No proviene de una fuente puntual, sino que parece emanar de la propia sustancia viscosa que cubre las paredes del túnel más adelante. La baba verdosa brilla suavemente, pulsando con una cadencia lenta y regular.
El túnel gira ligeramente a la izquierda. Contengo la respiración y me asomo con cuidado por la curva.
La fuente de la luz y los susurros está justo ahí.
Adherido a la pared lateral del túnel, bloqueando parcialmente el paso, hay un... capullo. Una estructura orgánica enorme, de casi dos metros de altura. Su textura es similar a la del nido de los Cosechadores, como una secreción endurecida, pero es de un color verdoso pálido, casi translúcido. Pulsa suavemente con la luz interna, como un corazón enfermo. Y los susurros sibilantes, ahora claramente audibles, parecen emanar directamente de su superficie palpitante.
Me quedo paralizado, observando la cosa con una mezcla de asco, fascinación y terror absoluto. ¿Qué es? ¿Un huevo gigante? ¿Un hongo mutante? ¿Una manifestación física de algún tipo de Eco extraño y orgánico? Nunca he visto ni oído hablar de nada parecido.
Los susurros se arremolinan a mi alrededor, más fuertes ahora, casi como si la cosa supiera que estoy aquí. La luz verdosa que emite ilumina mi rostro, revelándome. Estoy expuesto. Y estoy a punto de descubrir qué horrores desconocidos, además de los ya conocidos, acechan en las profundidades de la Red de Sombra.
Transmisión recibida: 4/17/2025
ID: 31