TRANSMISIÓN 315
SECTOR_01//TRANSMISIÓN 315 DE 321

Transmisión 315

Transmisión 315

Fecha: 15.11.2189 (Estimado) Hora: Indeterminada

No hay tiempo para despedidas ni dudas. Con un último vistazo al laboratorio que nos sirvió brevemente de refugio, Scrappy y yo nos lanzamos a la boca oscura del tubo neumático. El interior es estrecho, claustrofóbico, y el olor a metal rancio y polvo de décadas es sofocante. A tientas, encontramos unas asas metálicas soldadas al interior del tubo y nos aferramos a ellas con todas nuestras fuerzas.

Apenas hemos asegurado nuestro agarre cuando oímos el pesado chirrido de la válvula de iris cerrándose detrás de nosotros. La poca luz del laboratorio desaparece, sumiéndonos en una oscuridad absoluta, total. El siseo del aire comprimido se intensifica, convirtiéndose en un rugido contenido que hace vibrar el propio metal del tubo.

Un instante después, el infierno se desata.

Con un golpe brutal que casi nos arranca las manos de las asas, la presión acumulada se libera detrás de nosotros. Somos lanzados hacia adelante, acelerando a una velocidad vertiginosa en la oscuridad total. Es como ser disparados por un cañón hacia la nada.

El viaje es una pesadilla borrosa y caótica. La oscuridad es tan completa que pierdo todo sentido de la orientación. El único sonido es el rugido ensordecedor del aire pasando a nuestro alrededor a una velocidad increíble, un aullido constante que amenaza con reventar mis tímpanos. Somos sacudidos violentamente, golpeándonos contra las paredes curvas del tubo a pesar de nuestro agarre desesperado. Siento el metal frío y duro contra mi mejilla, mi hombro, mi cadera. Cada impacto es una sacudida dolorosa.

Cierro los ojos, aunque no hay diferencia en la oscuridad. Me concentro desesperadamente en mantener mi escudo psíquico, no contra Ecos externos, sino contra la pura desorientación sensorial y el pánico creciente que amenaza con ahogarme. Me aferro a la presencia física de Scrappy a mi lado, su agarre firme en el asa junto a la mía, su existencia sólida como un ancla en este torbellino de oscuridad y velocidad.

Después de lo que parece una eternidad de caos rugiente, pero que probablemente fueron solo unos pocos segundos infernales, sentimos un cambio. La velocidad disminuye bruscamente, casi tan violentamente como la aceleración inicial. Oímos una serie de golpes metálicos y chirridos agudos a nuestro alrededor, como si estuviéramos pasando a través de algún tipo de mecanismo complejo, un intercambiador de líneas quizás.

Y entonces, con un último golpe seco que nos deja sin aliento y nos hace chocar dolorosamente contra la pared frontal del tubo, nos detenemos.

El rugido cesa. La vibración se detiene.

Silencio. Oscuridad.

Solo el sonido de nuestras propias respiraciones jadeantes y el latido acelerado de mi corazón rompen la quietud absoluta. ¿Hemos llegado? ¿O simplemente nos hemos estrellado contra un obstáculo insuperable en medio de la nada?

Transmisión recibida: 4/17/2025

ID: 315