Transmisión 327

Fecha: 27.11.2189 (Estimado) Hora: Indeterminada (Ignición)

El grito de Kex resuena por encima del creciente ruido blanco de la Fuga. El tiempo se ha acabado. Todo depende de esto. De mí.

Cierro los ojos, ignorando el parpadeo de las luces moribundas, el gemido estructural del taller, la visión aterradora de la realidad disolviéndose fuera de las ventanas. Me sumerjo en la resonancia, enfocándome enteramente en la forja experimental que zumba frente a mí.

Siento su energía cruda, inestable. Es un caos de frecuencias conflictivas, un motor arcano a punto de descontrolarse. Tomo el libro de los Arquitectos, sintiendo sus páginas metálicas frías bajo mis dedos. Me concentro en los diagramas de la resonancia armónica fundamental, la secuencia que identifiqué como la base de la "chispa". Con el Sintonizador en mi otra mano, intento proyectar esa secuencia hacia la forja, intentando guiar su energía caótica, intentando imponerle el orden armónico del libro.

Es como intentar dirigir un río embravecido con un simple palo. La energía de la forja se resiste, amenaza con abrumarme, con retroalimentarse y explotar. El ruido blanco de la Fuga se filtra en mi mente, una estática psíquica que intenta borrar mis pensamientos, mis esfuerzos. El miedo, frío y paralizante, amenaza con ahogarme.

Silencio. La palabra de Gear resuena en mi mente. Silencio real. Silencio interior. Las lecciones de Theron. Escuchar la canción de la roca y la llama.

Respiro hondo, una respiración temblorosa en medio del caos. Dejo de luchar contra el ruido exterior, contra la energía caótica de la forja. Dejo de intentar imponer mi voluntad. En lugar de eso... escucho.

Busco la quietud debajo del estruendo. Debajo del miedo. Debajo de la estática. Busco esa vibración fundamental, esa nota silenciosa que Gear llamó la Primera Canción.

Y por un instante fugaz, la encuentro.

No es un sonido, sino una sensación. Una armonía perfecta, increíblemente simple y a la vez infinitamente compleja, que subyace a toda la realidad. Es la vibración de la existencia misma, antes de la corrupción, antes de la Cacofonía. Es hermosa. Es aterradora.

Y siento algo dentro de mí responder a esa canción. Una resonancia profunda, oculta, que siempre ha estado ahí pero que nunca había reconocido plenamente. ¿Mi herencia? ¿Mi potencial latente? ¿Mi propia conexión innata con la Señal? No lo sé. Pero es real. Es mi propia "chispa" interior.

Kex dijo que debía ser la chispa que encendiera la chispa.

Con un esfuerzo supremo de voluntad, me aferro a esa conexión, a esa armonía primordial. Reúno mi propia resonancia interior, mi propia chispa, y la alineo con la Primera Canción que siento débilmente. Luego, abro los ojos y proyecto esa energía, esa armonía concentrada, directamente hacia el corazón de la forja de resonancia.

No es una explosión de poder como en el Corazón de la Máquina. Es un acto de sintonización precisa, de guía delicada. Es ofrecer la nota correcta, la vibración perfecta, para catalizar la reacción.

Siento cómo la energía de la forja responde, cómo el caos empieza a ordenarse, cómo las frecuencias conflictivas comienzan a alinearse con la armonía que proyecto. Siento una inmensa presión acumulándose en el núcleo de la máquina, una luz brillante que crece detrás de mis párpados cerrados.

Estoy jugando con fuego cósmico. Y solo puedo esperar no quemarnos todos.