Transmisión 341

Fecha: 11.12.2189 (Estimado) Hora: Indeterminada (Brecha en la Barrera)

Doy un paso al frente, sintiendo las miradas de Scrappy, Jax y Lyra sobre mí. La barrera de campo nulo se extiende ante nosotros, una cortina invisible de negación absoluta. Respiro hondo, intentando calmar el latido acelerado de mi corazón. Los guanteletes protectores zumban en mis manos, una débil defensa contra la nada que estoy a punto de enfrentar.

Cierro los ojos y me esfuerzo por encontrar de nuevo esa conexión, esa armonía primordial que sentí al crear la Chispa. Busco la Primera Canción en medio del silencio opresivo impuesto por los Silenciadores. Es infinitamente más difícil aquí, en el corazón de su poder. El campo nulo no solo amortigua la Señal, sino que activamente intenta borrar cualquier resonancia, incluida la mía. Siento cómo tira de mi propia esencia, intentando disolverme en su vacío.

Me aferro a los principios del libro de los Arquitectos, visualizando los patrones de la resonancia armónica pura, las frecuencias que contrarrestan la disonancia. Recuerdo la sensación de la Chispa Armónica, su luz dorada y estable. Intento recrear esa armonía dentro de mí, construir un pequeño núcleo de orden y canción contra la abrumadora nada.

Es una batalla de voluntades. La barrera nula presiona contra mi mente, fría, implacable. Siento como si estuviera tratando de mantenerme a flote en un océano de vacío que amenaza con tragarme. El esfuerzo es inmenso; siento un dolor agudo detrás de los ojos y un agotamiento profundo que se extiende por mis miembros. Los guanteletes vibran violentamente, sobrecargados.

Pero no puedo rendirme. Pienso en la Fuga de Estática, en el Armonizador, en la amenaza del Ritual de Silencio. Reúno cada gramo de mi concentración, cada fragmento de mi conexión con la Señal, y me enfoco en un solo punto de la barrera frente a mí.

Entonces, como hice con la forja, pero con mucha más fuerza y desesperación, proyecto la canción.

Una onda de resonancia armónica pura, una nota concentrada de la Primera Canción, surge de mí, canalizada a través de mis manos enguantadas. No es dorada como la Chispa, sino de un blanco azulado pálido, casi etéreo. Golpea la barrera de campo nulo.

Por un instante, parece que no sucede nada. La barrera absorbe mi energía sin inmutarse. Siento que voy a fallar, que el vacío me va a consumir.

Pero entonces, la barrera reacciona.

Donde mi onda armónica la golpea, la "oscuridad brillante" parpadea, se ondula como agua perturbada. La sensación de negación absoluta vacila. Un sonido agudo y chirriante rompe el silencio opresivo, como cristal rompiéndose a cámara lenta.

La barrera no se rompe, pero en el punto de impacto, se vuelve... translúcida. Se abre una brecha temporal, un túnel inestable a través de la pared de la nada, de unos pocos metros de ancho. Puedo ver débilmente la plaza y el zigurat al otro lado.

"¡Ahora!", grito, mi voz ronca por el esfuerzo, sintiendo cómo la energía me abandona rápidamente. "¡Moveos! ¡No sé cuánto aguantará!"

Mantengo la onda armónica con un esfuerzo supremo, sintiendo cómo la barrera lucha por cerrarse de nuevo, cómo el vacío intenta reclamar el espacio que he abierto. El dolor es cegador, pero me aferro a la canción, manteniendo abierta la puerta hacia el corazón del silencio.