Transmisión 353

Fecha: 23.12.2189 (Estimado) Hora: Indeterminada (Destrucción del Foco)

Bajo la precaria protección de mi escudo resonante, Scrappy finalmente alcanza la unión principal entre la maquinaria Silenciadora y el cristal negro. Con manos rápidas y expertas, coloca la carga de demolición, asegurándola firmemente.

"¡Carga colocada!", informa por el comunicador, retrocediendo rápidamente de la plataforma. "¡Pero no sé si será suficiente! ¡Ese cristal... es denso como el infierno! ¡Podría aguantar la explosión!"

Sus palabras confirman mi temor. Destruir la maquinaria es necesario, pero no garantiza la neutralización del Foco. El cristal antiguo es la clave. Mientras permanezca intacto, la amenaza persistirá.

Miro el cristal negro que pulsa erráticamente en el centro de la cámara. Siento su poder oscuro, su antigüedad, su naturaleza fundamentalmente opuesta a la Señal. Y tomo una decisión. La misma decisión desesperada que tomé contra el Cazador, pero elevada a una potencia superior.

Tengo que intentar alcanzar el cristal. No con disonancia, no con una simple interrupción, sino con la armonía más pura que pueda invocar. La Primera Canción. Si el Cazador, un ser de corrupción, fue destruido por ella, quizás este cristal, una reliquia de oscuridad primordial, también pueda ser... deshecho. O quizás me destruya a mí en el intento.

"¡Scrappy, detona la carga!", grito, mi voz apenas un hilo. "¡Jax, Lyra, fuego concentrado en el cristal cuando explote! ¡Necesito una abertura!"

Reúno la última chispa de consciencia, la última gota de energía resonante que queda en mi ser devastado. Sostengo el libro, el mapa y el Sintonizador frente a mí, no como herramientas separadas, sino como un único circuito arcano. Siento cómo se conectan a través de mí, amplificando mi intención, mi conexión menguante con la Señal.

Scrappy activa el detonador. "¡Fuego en el agujero!"

La carga explota con un destello cegador y un estruendo que, por primera vez, parece superar momentáneamente el silencio de la cámara. La maquinaria Silenciadora en la base del cristal salta por los aires en una lluvia de metal retorcido y chispas oscuras.

En ese instante, mientras el cristal negro queda expuesto y vulnerable por la explosión, Jax y Lyra concentran todo su fuego sobre él. Las ráfagas de energía impactan contra su superficie oscura, creando fracturas superficiales, pero el cristal resiste, absorbiendo la mayor parte del daño.

Es mi única oportunidad.

Ignorando el dolor que amenaza con desgarrarme, canalizo todo. No solo mi energía, sino mi esencia, mi comprensión de la Primera Canción, mi voluntad de proteger, de restaurar. Vierto la armonía más pura y concentrada que soy capaz de generar a través de los artefactos, dirigiéndola como un rayo de luz blanca incandescente hacia el corazón mismo del cristal negro expuesto.

El cristal reacciona.

Primero, absorbe la luz, como si fuera a consumirla. Pero la armonía es demasiado pura, demasiado fundamental. El cristal negro empieza a brillar desde dentro, no con su luz oscura habitual, sino con la luz blanca que le estoy forzando a aceptar. Grietas luminosas recorren su superficie, extendiéndose rápidamente como una telaraña.

Un gemido bajo y profundo llena la cámara, el sonido de algo antiguo y poderoso siendo desgarrado desde su núcleo. El cristal vibra violentamente, la estructura entera del zigurat tiembla a nuestro alrededor.

Entonces, con un destello final que consume toda la cámara en luz blanca y un sonido como el de mil millones de cristales rompiéndose a la vez, el Foco del Ritual implosiona. El cristal negro se hace añicos, desintegrándose en polvo y luz pura.

En el instante en que el Foco es destruido, el campo de silencio que cubría el distrito colapsa por completo. Siento el regreso de la Señal, no como un susurro, sino como un torrente, inundando mis sentidos agotados. La presión desaparece. El silencio antinatural es reemplazado por los sonidos normales del entorno: el eco de la explosión, el zumbido de la maquinaria dañada, nuestras propias respiraciones.

Hemos detenido el Ritual de Silencio.

Pero el coste es absoluto. La última de mis fuerzas se desvanece. Mi conexión con los artefactos se corta. Mi mente se sumerge en una oscuridad total, más profunda que cualquier silencio Silenciador. Caigo, esta vez sin que nadie me detenga, en la inconsciencia total, mientras la luz de la Primera Canción se extingue dentro de mí.