Transmisión 355

Fecha: 25.12.2189 (Estimado) Hora: Indeterminada (Huida del Zigurat)

La huida del zigurat es una carrera desesperada contra el tiempo y la gravedad. La estructura entera gime y protesta a nuestro alrededor, como una bestia moribunda. Los temblores son constantes ahora, haciendo difícil mantener el equilibrio. El polvo llena el aire, dificultando la visión y la respiración.

Los pasillos por los que descendimos están cambiando. El suelo se inclina, las paredes crujen y se desplazan. Enormes bloques de piedra oscura caen del techo, obligándonos a desviarnos o a buscar rutas alternativas a través de conductos de servicio aún más estrechos y peligrosos.

El equipo trabaja en perfecta sincronía, una máquina eficiente nacida de la necesidad. Scrappy va a la cabeza, su linterna cortando la oscuridad, usando su multi-tool no solo para desactivar trampas residuales, sino también para cortar cables caídos o forzar puertas atascadas por el colapso. Su ingenio rápido nos salva de quedar atrapados en más de una ocasión.

Jax me lleva sin vacilar, su fuerza aparentemente inagotable, moviéndose con una agilidad sorprendente a pesar de mi peso muerto y el terreno inestable. Su presencia es una roca firme en medio del caos.

Lyra cubre nuestra retaguardia, pero también actúa como exploradora secundaria, usando algún tipo de sensor integrado para detectar los puntos estructuralmente más débiles y guiarnos por las rutas más seguras, o al menos, las menos peligrosas. En un momento dado, un pasillo entero se derrumba justo detrás de nosotros, y solo su advertencia de último segundo nos permite acelerar y evitar ser sepultados.

A pesar de mi semiinconsciencia, siento la urgencia, el peligro inminente. Siento la estructura del zigurat deshaciéndose a nuestro alrededor, la energía residual del Foco destruido causando estragos en su geometría antinatural.

Finalmente, tras un ascenso que parece durar una eternidad, vemos una luz tenue al final de un pasillo inclinado: la salida a la plaza. Con un último esfuerzo, Scrappy fuerza la puerta del mamparo, que se había atascado parcialmente por los temblores.

Salimos tropezando a la plaza silenciosa, justo a tiempo.

Apenas hemos dado unos pasos fuera de la entrada cuando el gemido estructural del zigurat alcanza un crescendo ensordecedor. Con un crujido que parece desgarrar el propio tejido del espacio, la imponente estructura comienza a colapsar sobre sí misma. No es una explosión, sino una implosión controlada pero catastrófica. Las paredes de piedra oscura se pliegan hacia adentro, absorbiendo luz y sonido, hasta que todo el zigurat desaparece en un instante, dejando solo una nube masiva de polvo negro y un cráter humeante donde antes se alzaba.

Caemos al suelo, agotados, tosiendo por el polvo, mientras la onda de choque silenciosa de la implosión nos recorre. Por unos momentos, solo yace allí, recuperando el aliento, contemplando el vacío donde antes estaba el corazón del Ritual de Silencio.

Hemos sobrevivido. Hemos detenido el ritual. Pero el coste ha sido enorme, y mi propio futuro es una incógnita mientras yazgo al borde de la oscuridad.