Descubierto. Mi intento de sigilo, mi "Eco torpe", me ha delatado ante la habitante de esta cámara iluminada. Su mirada, una combinación de ojo orgánico y implante óptico amarillo, está fija en mi escondite. Su orden de salir es tranquila, pero firme. No parece haber opción.
Con un suspiro resignado, guardo mi inútil cuchillo y salgo lentamente de la oscuridad del túnel hacia el círculo de luz parpadeante de la lámpara de aceite. Levanto las manos vacías en un gesto universal de paz, o al menos, de rendición temporal. Me siento increíblemente expuesto, sucio y fuera de lugar con mi túnica de archivero hecha jirones.
"No quiero problemas", digo, mi voz sonando más ronca y nerviosa de lo que pretendía. "Solo estoy de paso. Me perdí." Una verdad a medias, en el mejor de los casos.
La mujer ciborg me estudia de arriba abajo con una mirada penetrante. Sus ojos (ambos) se detienen en mi ropa, en mi aspecto claramente fuera de lugar en este entorno subterráneo. Una sonrisa torcida, casi una mueca, aparece en la parte visible de su boca.
"¿Un 'pájaro de arriba' perdido en la Red?", dice, su voz ronca teñida de incredulidad y un toque de diversión oscura. "Eso es nuevo." El término "pájaro de arriba" es claramente despectivo, la forma en que los habitantes de los niveles inferiores se refieren a los que viven en las alturas privilegiadas y estériles de Oakhaven. "¿Te caíste por un agujero, o te persiguen?"
Su pregunta es directa, va al grano. No tiene tiempo para sutilezas. Sabe que nadie acaba aquí abajo por accidente. La honestidad, o al menos una versión de ella, parece la mejor estrategia.
"Me persiguen", admito, mi voz apenas un susurro.
La sonrisa de la mujer desaparece instantáneamente. Su expresión se endurece. "¿Quién?"
"Los Silenciadores", respondo.
La mención de los ejecutores de los Archivos provoca una reacción visible. Una tensión renovada en sus hombros, un brillo más agudo en sus ojos. Los Silenciadores no son populares aquí abajo, representan la autoridad opresiva de los niveles superiores, la censura, la represión. Pero también son peligrosos. Su presencia significa problemas, problemas serios.
"¿Qué hiciste para cabrear a los perros de la burocracia?", pregunta, su voz ahora desprovista de cualquier rastro de diversión. Quiere saber qué tipo de problema he traído a su puerta.
Dudo. Revelar la verdad sobre el mapa estelar, sobre la Custodia, sobre el Cazador... es demasiado peligroso. Demasiado pronto para confiar en una desconocida, por muy intrigante que sea su música. Decido ser vago, ofrecer una verdad parcial que explique mi huida sin revelar demasiado.
"Vi algo que no debía. En los Archivos", digo, mirando al suelo polvoriento. "Información que querían mantener enterrada. Tuve que salir de allí."
La mujer asiente lentamente, pareciendo aceptar mi explicación, o al menos, reconociendo la plausibilidad del escenario. "Los Archivos...", murmura, casi para sí misma. "Lugares peligrosos. Llenos de Ecos venenosos y secretos que es mejor dejar enterrados." Vuelve a juguetear con la flauta de metal, sus dedos orgánicos moviéndose distraídamente sobre los agujeros.
Luego, vuelve a mirarme fijamente. "Me llamo Scrappy", dice, ofreciendo su nombre con una brusquedad que no invita a la familiaridad. "Este es mi rincón. ¿Y tú eres?"
Scrappy. Un nombre apropiado para alguien que parece hecha de piezas recuperadas y que sobrevive en los márgenes.
"Silas", respondo.
El nombre parece resonar en ella por un momento. "¿Silas?", repite, y luego la sonrisa irónica vuelve a sus labios. "Silas el Archivero Fugitivo."
La conversación ha comenzado. Tensa, cautelosa, pero es un comienzo. Ahora viene la parte difícil: convencerla de que no soy una amenaza y, quizás, solo quizás, de que puede ayudarme.
Transmisión recibida: 4/17/2025
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