Transmisión 380

Fecha: Indeterminada (Refugio en la Chatarra) Hora: Indeterminada

El "refugio" de Gear es una serie de cámaras interconectadas excavadas en el corazón de su montaña de chatarra. Es un caos organizado, o quizás simplemente un caos. Las paredes son un mosaico de metal remachado, pantallas rotas que muestran estática o diagramas extraños, y nichos llenos de herramientas, piezas de repuesto y proyectos a medio terminar que zumban, chisporrotean o gotean fluidos desconocidos. El aire es un cóctel de ozono, aceite rancio y el olor acre de la soldadura. El ruido es constante: el martilleo de Gear trabajando en alguna nueva creación, el zumbido de maquinaria desconocida, las interferencias de su red de comunicaciones pirata y el eco general de la Undercity filtrándose a través de las paredes de metal.

Es el polo opuesto al ambiente tranquilo y ordenado del taller de Kex. Aquí no hay campo armónico que me ayude a estabilizarme. Intentar meditar o practicar con mi resonancia es un desafío constante. El ruido ambiental, tanto físico como resonante, es abrumador. La estática residual en mi propia mente parece amplificada por el caos circundante.

Sin embargo, descubro algo inesperado. En medio de esta cacofonía, mi resonancia dañada parece... adaptarse. En lugar de luchar contra el ruido, empiezo a aprender a moverme a través de él, a filtrar las interferencias, a encontrar los pequeños silencios entre las notas discordantes. Es como aprender a navegar en una tormenta en lugar de esperar a que amaine. Mi recuperación no se acelera, pero mi control, mi capacidad para funcionar a pesar del daño, mejora de forma sutil pero significativa. Aprendo a encontrar mi propia armonía interna en medio del caos externo.

Mientras yo lucho con mi recuperación resonante, Scrappy se mantiene ocupada. Pasa horas conectada a la red de información pirata de Gear, un laberinto de datos robados, rumores y comunicaciones interceptadas. Filtra el ruido, buscando cualquier mención de Kex, de los Mecanistas, de nuestra fuga.

"Kex sigue buscando", me informa en voz baja durante uno de nuestros breves momentos de privacidad. "Ha intensificado las patrullas en los niveles superiores y medios. Parece que cree que intentamos salir de la ciudad o contactar con otras facciones. Aún no ha concentrado sus recursos aquí abajo... pero es cuestión de tiempo." También me muestra fragmentos de información sobre el Culto del Eco Roto, rumores sobre sus rituales y su creciente actividad en otros sectores olvidados.

Gear, por su parte, es una presencia constante e intrusiva. Aunque cumple su parte del trato, ofreciéndonos un espacio relativamente seguro y comida sintética de dudosa procedencia, su curiosidad es insaciable. Siempre está merodeando, haciendo preguntas indirectas sobre Kex, sobre nuestros "talentos únicos", sobre los artefactos que sabe que poseo. Sus lentes giran constantemente mientras me observa, y siento sus escaneos resonantes rudimentarios tratando de penetrar mis defensas mentales. Le doy respuestas vagas, desviando su curiosidad lo mejor que puedo, consciente de que nuestra seguridad aquí es tan frágil como su palabra.

Vivimos en un estado de precariedad temporal. Estamos a salvo de la persecución inmediata de Kex, pero atrapados en el dominio de un chatarrero impredecible, rodeados de peligros desconocidos. Los diez ciclos que compramos pasan rápidamente. Cada ciclo que pasa es un ciclo menos de seguridad y un ciclo más cerca de que Kex nos encuentre o de que Gear decida que ya no somos bienvenidos. La sensación de libertad que sentimos al escapar se ve atenuada por la constante presión del tiempo y la incertidumbre de nuestro próximo movimiento.