Transmisión 411

Fecha: Indeterminada (La Misión de la Oráculo) Hora: Indeterminada

Nuestra estancia en el santuario Espectro toma un giro inesperado cuando recibimos una convocatoria directa de la Oráculo. No a través de un mensajero, sino como una llamada resonante directamente en mi mente, una compulsión suave pero ineludible a regresar a la cámara central.

Nos encontramos de nuevo ante el árbol cristalino, la Oráculo suspendida en su corazón luminoso. La atmósfera en la cámara es más tensa que antes, la canción resonante de fondo teñida con una nota de urgencia.

"Archivero Roto, Sombra Astuta", comienza la Oráculo, su voz mental más enfocada, menos distante. "El tiempo de vuestro descanso ha terminado. La herida que abristeis en las profundidades supura."

Imágenes fragmentadas inundan mi mente, cortesía de la Oráculo: el Nexus dañado, vibrando erráticamente, su luz parpadeando entre el azul pálido y un enfermizo púrpura. Figuras encapuchadas, miembros del Culto del Eco Roto, moviéndose por los túneles cercanos, atraídos por la energía caótica como insectos a una llama moribunda. Siento su intención: no solo estudiar o controlar, sino corromper, retorcer la armonía rota del Nexus en un arma de disonancia pura. Veo la posibilidad de una reacción en cadena, una ola de energía corrupta extendiéndose desde el Nexus herido, amplificada por los rituales del Culto.

"El ruido busca consumir la herida", continúa la Oráculo. "Si el Corazón Resonante cae completamente en la disonancia, las consecuencias para la Señal en este sector serán... graves. Un eco de silencio que podría extenderse."

Su atención se fija en mí. "Tú abriste la herida, Archivero. Tú sientes su eco. Tu resonancia, aunque dañada, está sintonizada con ella."

"Iréis a la zona del Nexus", decreta la Oráculo. No es una petición. "Evaluaréis la amenaza del Culto. Determinaréis el estado real del Nexus. Y si es posible, colocaréis este guardián."

Una imagen mental clara se forma: un dispositivo Espectro, un cristal resonante similar a los de la cámara de sanación, diseñado para ser sintonizado con el Nexus y crear un campo de contención armónica, para evitar que la disonancia se extienda o que el Culto lo corrompa por completo.

"Esta es vuestra prueba", concluye la Oráculo. "Una prueba de vuestra habilidad, vuestra lealtad... y vuestra capacidad para reparar lo que habéis roto."

La misión es peligrosa. Volver a la zona del Nexus significa enfrentarse al Culto en su posible nuevo centro de poder, y quizás a otros carroñeros atraídos por la energía. Significa confiar en mi resonancia aún inestable en un entorno caótico.

Miro a Scrappy. Ella me devuelve la mirada, su expresión indescifrable, pero asiente levemente. Ambas sabemos que no tenemos elección. Rechazar la misión significaría perder el santuario y la protección de los Espectros. Aceptarla es peligroso, pero también es una oportunidad: una oportunidad para ganar más confianza, para obtener más conocimiento, y para mí, una oportunidad de intentar mitigar las consecuencias de mi acción desesperada. Siento una responsabilidad hacia el Nexus herido.

"Lo haremos", proyecto mi pensamiento, intentando infundirle una confianza que no siento del todo.

"Los hilos se tensan", responde la Oráculo. "No fracaséis."

Un Espectro se acerca, portando el dispositivo guardián: un cristal oscuro y facetado que vibra débilmente en mis manos cuando me lo entrega. Nos dan suministros básicos y una ruta sugerida a través de túneles que los Espectros consideran relativamente seguros. Nuestra misión ha comenzado. Debemos regresar al lugar de nuestro mayor triunfo y nuestro posible mayor error.