Transmisión 418

Fecha: Indeterminada (Secuelas y Retirada) Hora: Indeterminada

FIN DEL CAPÍTULO 20

El silencio que sigue a la batalla es casi tan ensordecedor como los cánticos disonantes del Culto. El único sonido es el suave zumbido del cristal guardián Espectro y el débil pulso del Nexus dañado detrás de él. La cámara está llena de los restos de la lucha: cuerpos de cultistas, armas rotas, y el olor persistente a ozono y corrupción quemada.

Me acerco al Nexus, todavía temblando por el esfuerzo. El cristal guardián sigue brillando con una luz azul constante, proyectando su campo armónico estabilizador. A través de él, siento el Nexus. Está tranquilo ahora, la energía errática contenida, la disonancia del Culto purgada de su sistema inmediato. Pero sigue dañado. Siento las grietas en su estructura resonante, la pérdida de energía, la lucha por mantener su propia coherencia incluso con la ayuda del guardián. Hemos puesto una tirita en una herida profunda, no la hemos curado.

"Están todos muertos o se han ido", informa Scrappy tras un rápido barrido de la cámara, recargando su pistola. "Pero no podemos quedarnos aquí. El ruido de la batalla podría atraer a otros carroñeros... o a los Mecanistas, si tienen alguna unidad cerca."

Asiento, sintiendo una profunda fatiga hasta los huesos. Usar mi resonancia ofensivamente, canalizar la energía del guardián de esa manera, ha tenido un coste. Siento la estática arañando los bordes de mi mente de nuevo, el dolor de cabeza regresando. La claridad que experimenté dentro del campo se está desvaneciendo ahora que la lucha ha terminado. Mi recuperación sigue siendo frágil, mi control limitado.

"El guardián está funcionando", digo, mi voz ronca. "Está conteniendo la energía del Nexus, protegiéndolo de más corrupción. Es estable, por ahora."

"Bien", dice Scrappy. "¿Misión cumplida entonces?"

"Supongo que sí", respondo, mirando el cuerpo destrozado del líder del Culto. "Hemos detenido al Culto aquí. Hemos estabilizado el Nexus. Tenemos que informar a la Oráculo."

Recogemos nuestras cosas, asegurándonos de no dejar rastro de nuestra presencia más allá de lo inevitable. Antes de irnos, me detengo un momento, colocando una mano sobre el cristal guardián. Siento su vibración constante, una pequeña isla de armonía en un mar de caos. Le envío una silenciosa intención de gratitud y fuerza, esperando que pueda resistir hasta que se encuentre una solución más permanente, si es que existe alguna.

Luego, seguimos a Scrappy fuera de la cámara del Nexus, dejando atrás el campo armónico y volviendo a la resonancia caótica de los túneles exteriores. La cámara, ahora silenciosa y protegida por el guardián Espectro, se siente como una tumba recién sellada, un monumento a la batalla librada y a la frágil victoria conseguida.

Nos dirigimos de nuevo hacia el territorio Espectro, cansados pero vivos, con un informe que entregar y muchas preguntas aún sin respuesta sobre el futuro del Nexus, el Culto, Kex y nuestro propio camino incierto.