Transmisión 438

Fecha: [Generando Fecha Actual - Asumida: 01.07.2189] Hora: [Generando Hora Actual - Asumida: 03:58]

Arrastrarse. El único verbo que queda. Cada centímetro ganado es una victoria pírrica contra el metal resbaladizo y la gravedad implacable. Mis manos... la sangre seca forma una costra quebradiza sobre los cortes. El agarre es precario. A veces resbalo, un golpe sordo contra el tubo que reverbera en mis costillas magulladas. El dolor es una constante, un ruido blanco bajo la cacofonía de mi propia respiración jadeante y los sonidos del conducto.

El olor. Oh, dioses olvidados, el olor. Más espeso ahora. Penetrante. Dulzón y metálico, como sangre vieja mezclada con... ¿moho? ¿Carne pasada? Me revuelve el estómago, pero no queda nada que vomitar. Solo arcadas secas que me dejan sin aliento.

Los susurros... no, ya no son susurros. Son... clics. Quitinosos. Rítmicos, pero erráticos. Como algo con demasiadas patas moviéndose justo fuera del alcance de mi percepción. ¿En las paredes del conducto? ¿Más abajo? Los vapores juegan trucos, lo sé. Pero el sonido es tan... insistente. Tan real.

Luz dorada... el Cazador se disuelve... Scrappy grita... Fragmentos. Ecos rotos en mi cráneo. ¿Absorbí al Cazador? ¿O me absorbió él a mí? Siento un frío ajeno bajo mi piel, una paciencia depredadora que no es mía. ¿O sí lo es? La línea se difumina.

El goteo. Más fuerte. Ploc. Ploc. Ploc. Un metrónomo macabro marcando mi descenso. Viene de abajo, de la oscuridad insondable. Me acerco.

El conducto se nivela ligeramente. Un respiro momentáneo. Palpo el suelo metálico. Está... húmedo. Pegajoso. La fuente del goteo está cerca.

Extiendo una mano temblorosa, siguiendo el sonido. Mis dedos rozan algo que no es metal. Es... blando. Fibroso. Como tejido orgánico empapado. Retiro la mano con un respingo, el corazón martilleando contra mis costillas rotas.

¿Qué es esto? Intento enfocar mis ojos en la oscuridad absoluta, inútilmente. El olor aquí es abrumador. Nauseabundo.

Entonces, los clics se detienen.

Silencio. Un silencio repentino, antinatural, más aterrador que los sonidos.

Y en ese silencio, oigo algo nuevo. Justo debajo de mí.

Una respiración. Húmeda. Entrecortada.

No es la mía.