Transmisión 453

Fecha: 18.04.2189 Hora: ~07:45

El fuego interno consume. La fiebre ha tomado el control, transformando la oscuridad de la inconsciencia en un lienzo para delirios incandescentes. Imágenes fracturadas bailan y se retuercen: el metal fundido de la Necrópolis fluyendo como ríos, rostros familiares distorsionados en máscaras grotescas, el chasquido eléctrico de la Señal convirtiéndose en un grito ensordecedor. El cuerpo de Silas yace inmóvil en el frío suelo del conducto, pero su mente es un torbellino febril.

Los escalofríos son violentos ahora, sacudiendo su cuerpo maltrecho a pesar del calor abrasador que irradia su piel. Cada temblor envía oleadas de agonía desde las costillas rotas y la quemadura del hombro. La respiración es rápida, superficial, un jadeo desesperado que apenas logra introducir el aire viciado en sus pulmulos castigados. El pulso, antes lento y débil, ahora es un tamborileo errático y acelerado bajo la piel, un ritmo de pánico biológico. Thump-thump-thump... thump... thump-thump...

El sonido del goteo (Plink... plink...) se ha perdido en la cacofonía interna. La sed es una tortura, una lija raspando la garganta y la lengua hinchada. La deshidratación aprieta sus garras, oscureciendo aún más los bordes de la percepción.

Y la pierna. Oh, la pierna. El hormigueo eléctrico ya no es solo un cosquilleo. Ha cruzado la rodilla y ahora asciende por el muslo con una velocidad alarmante. La sensación ha cambiado. Ya no son solo insectos bajo la piel; se siente como si finísimos hilos de alambre estuvieran siendo tejidos a través de sus músculos y nervios, conectándose, reconfigurando algo a un nivel fundamental. El calor ardiente que emana de la costra fibrosa se ha vuelto casi insoportable, un fuego localizado que parece alimentar la fiebre general.

¿Es esto curación? ¿Una forma alienígena y agresiva de regeneración? ¿O es la sustancia parasitaria, aprovechando su estado debilitado para extenderse, para asimilar? La pregunta flota en la mente febril, sin respuesta, solo alimentando el terror subyacente.

Un espasmo más violento recorre su cuerpo. Un arco involuntario de la espalda, arrancando un sonido gutural, casi un aullido ahogado, de su garganta reseca. El movimiento envía una agonía cegadora a través de su torso. Por un instante fugaz, la intensidad del dolor casi lo saca de la inconsciencia febril. Una chispa de lucidez. Reconoce el frío del metal bajo él, el olor químico persistente, el dolor aplastante... y la sensación equivocada, invasiva, en su pierna. El terror puro y consciente lo inunda por un segundo antes de que la fiebre lo arrastre de nuevo a sus profundidades delirantes.

En ese abismo, las imágenes se vuelven más coherentes, pero no menos aterradoras. Ve a la criatura quitinosa, sus múltiples ojos facetados brillando en la oscuridad, sus apéndices secos y delgados moviéndose con una precisión inquietante. No es la entidad húmeda y aplastante de antes, es la otra. La que aplicó la sustancia. ¿Vuelve? ¿Está aquí?

El silencio del conducto, que había sido casi total, se rompe.

Clic.

Un sonido seco. Débil. Distante.

La mente febril de Silas, hiperalerta a cualquier estímulo externo en medio de su tormenta interna, se aferra a él. ¿Una alucinación auditiva más? ¿El goteo distorsionado?

Clic... clic.

Más cerca ahora. Definitivamente clics. Secos, deliberados, rítmicos. El sonido inconfundible de apéndices quitinosos moviéndose sobre metal.

No es una alucinación.

Clic... clic... clic...

El sonido avanza por el conducto, acercándose a su posición inmóvil. El terror, incluso amortiguado por la fiebre, es una oleada helada que contrasta con el fuego interno. La criatura. La que lo "vendó". Está volviendo.

¿Por qué? ¿Sintió la fiebre? ¿La actividad de la sustancia? ¿Viene a terminar el trabajo? ¿O a continuar su extraño... cuidado?

Clic... clic...

Está muy cerca ahora. Justo al lado. Los clics cesan.

Silencio. Un silencio cargado de tensión, que se superpone al jadeo febril de Silas y al latido errático de su corazón. Espera. ¿Qué hará?

Un roce. Ligero. Seco. Justo al lado de su cabeza. La criatura está aquí. Inclinándose sobre él.