Transmisión 455

Fecha: 18.04.2189 Hora: ~08:30

La agonía persiste como un eco vibrante. La sacudida eléctrica ha cesado, pero sus réplicas recorren la pierna de Silas como fantasmas de dolor. Los músculos del muslo tiemblan incontrolablemente, agotados por la tensión brutal. La corriente dolorosa que ardía bajo la piel ha disminuido ligeramente su intensidad, pero sigue presente, un zumbido constante y nauseabundo que se suma al mapa de sufrimiento de su cuerpo.

El grito se ha apagado, dejando solo un jadeo áspero y entrecortado en la quietud opresiva del conducto. La fiebre no ha cedido; si acaso, el shock la ha avivado. La piel de Silas arde al tacto imaginario, y el sudor frío que perla su frente no ofrece alivio, solo añade una capa más de miseria pegajosa. El pulso sigue siendo un tamborileo caótico contra sus costillas, un motor sobrecalentado al borde del colapso.

La criatura quitinosa no se ha movido. Permanece a una corta distancia, una silueta oscura apenas discernible en la penumbra. Sus clics agitados han cesado, reemplazados por un silencio expectante. ¿Qué esperaba que sucediera? ¿Fue el contacto un experimento? ¿Una prueba? ¿O un error? Su inmovilidad es casi más aterradora que su interacción anterior. Es la quietud de un depredador observando a su presa debilitada, o quizás la perplejidad de un científico ante un resultado inesperado.

En la mente de Silas, el delirio febril se intensifica tras el shock. Las imágenes son más violentas, más caóticas. Fragmentos de la Señal, distorsionados y corruptos, se mezclan con el recuerdo del dolor eléctrico. Ve hilos de luz oscura tejiéndose a través de su carne, reescribiendo su ser. El rostro del Cazador parpadea en la oscuridad, sus ojos ardiendo con una mezcla de furia y... ¿comprensión? No... no eres real... El pensamiento es un débil escudo contra la marea ascendente de la locura febril.

El hormigueo/corriente en la pierna, aunque menos agudo que durante el shock, sigue activo. Y parece haber alcanzado un nuevo umbral. La sensación de "tejido" se ha completado en el muslo. Ya no se siente como si algo se estuviera extendiendo, sino como si algo se hubiera asentado. Una red intrincada, alienígena, ahora forma parte de él, desde la herida original hasta la cadera. El calor que irradia la costra sigue siendo intenso, pero el dolor agudo de la corriente ha sido reemplazado por una sensación profunda, vibrante y profundamente extraña. No es exactamente dolor, pero tampoco es alivio. Es... presencia.

¿Qué ha hecho la sustancia? ¿Qué ha catalizado el contacto de la criatura?

Un nuevo sonido rompe el silencio. No es un clic. Es un suave rasquido, como de quitina rozando contra sí misma. La criatura se mueve, pero no se acerca ni se aleja. Parece... ¿limpiándose un apéndice? ¿El que tocó la costra?

El aire en el conducto sigue siendo espeso y químico, arañando la garganta con cada respiración forzada. La deshidratación es una amenaza creciente, apretando las sienes de Silas, haciendo que sus labios se sientan agrietados y pegajosos. Su cuerpo está librando una batalla desesperada en múltiples frentes: contra las heridas, contra la infección, contra la fiebre, contra la deshidratación, contra la sustancia desconocida que ahora parece haberse integrado en su pierna, y contra la presencia enigmática y amenazante de la criatura que lo observa.

El tiempo se dilata. Cada segundo es una eternidad de sufrimiento febril y tensión expectante. La criatura sigue inmóvil, observando. Silas sigue atrapado en la inconsciencia, su cuerpo temblando al borde del abismo. La corriente en su pierna ha cambiado, pero ¿a qué?

La oscuridad parece pulsar al ritmo errático de su corazón. El final se siente más cerca que nunca, no como una liberación, sino como una rendición inevitable ante fuerzas abrumadoras y desconocidas.

Clic. Un único clic suave de la criatura. ¿Una decisión tomada?