Transmisión 456

Fecha: 18.04.2189 Hora: ~08:40

El clic solitario reverbera en el silencio tenso, un preludio ominoso. La criatura quitinosa se mueve. Los suaves rasquidos y clics secos se reanudan, esta vez acercándose deliberadamente al cuerpo inmóvil de Silas. No hay agresividad en el sonido, no es el rápido avance de un ataque, sino un movimiento metódico, casi sigiloso.

Se detiene de nuevo justo al lado de su cabeza. El aire parece cargarse de una extraña expectación. Silas, perdido en su tormenta interna, no percibe el cambio inmediato, solo el continuo asalto de la fiebre, el dolor sordo de sus heridas y la vibración desconcertante que emana de su propia pierna.

Un apéndice delgado desciende lentamente hacia su rostro. No es el mismo que palpó su cuello o tocó la costra. Este parece diferente, más corto, con una punta bulbosa y húmeda que brilla débilmente incluso en la penumbra. Se acerca a los labios agrietados y secos de Silas.

El terror primordial, incluso filtrado por la inconsciencia, intenta advertirle. Una imagen fugaz: la boca abierta de la entidad húmeda, el olor a ácido. Pero su cuerpo está demasiado débil para reaccionar con algo más que un leve temblor.

La punta bulbosa del apéndice toca sus labios. Está fría. Y húmeda. Una gota de líquido espeso y claro se desprende y cae sobre su labio inferior. No arde como el fluido anterior. Tiene un olor débil, casi imperceptible por encima del hedor químico del conducto, un aroma vagamente metálico y dulce.

Otra gota. Y otra. La criatura está... ¿intentando darle de beber? ¿O administrarle alguna otra sustancia?

El instinto de supervivencia, profundamente arraigado, reacciona a la humedad. La lengua seca y ligeramente hinchada de Silas se mueve débilmente, un reflejo casi imperceptible, lamiendo la gota. El líquido es frío y extrañamente viscoso, como aceite ligero. No tiene un sabor fuerte, solo ese matiz metálico y dulce.

La criatura parece interpretar esto como aceptación. Con una precisión increíble, introduce la punta del apéndice entre los labios de Silas, depositando una pequeña cantidad del líquido directamente en su boca.

El reflejo de tragar se activa. Es débil, dificultoso, pero funciona. Una pequeña cantidad del fluido viscoso desciende por su garganta reseca. La sensación es extraña. Fría al principio, luego genera un calor suave y difuso en su esófago y estómago. No es desagradable.

La criatura repite el proceso varias veces. Pequeñas dosis de líquido frío y viscoso, administradas con una paciencia inhumana. ¿Es agua? ¿Algún tipo de nutriente alienígena? ¿Un antídoto para la fiebre? ¿O un veneno de acción lenta?

Mientras la criatura continúa su extraña ministración, la "presencia" en la pierna de Silas parece reaccionar al nuevo estímulo. La vibración interna aumenta ligeramente de frecuencia, volviéndose un zumbido más perceptible, casi audible. Un patrón de tenues líneas azuladas, como venas bioluminiscentes, parpadea bajo la piel del muslo por un instante fugaz antes de desvanecerse. ¿Es una reacción a la sustancia que está ingiriendo? ¿O una nueva etapa de la integración?

El cuerpo de Silas parece responder al líquido. Los temblores violentos de la fiebre comienzan a disminuir ligeramente, volviéndose menos espasmódicos. La respiración, aunque todavía rápida, parece un poco menos forzada, menos desesperada. ¿Está funcionando? ¿La criatura lo está... ayudando?

La idea es tan desconcertante como aterradora. ¿Por qué? ¿Qué gana esta criatura manteniéndolo vivo?

La criatura retira su apéndice. Los clics se reanudan mientras se aparta de nuevo a su posición de observación anterior. La ministración ha terminado, al menos por ahora.

Silas yace en la oscuridad, el extraño líquido frío asentándose en su estómago, la fiebre ligeramente atenuada pero aún presente, la vibración en su pierna ahora un zumbido constante, y la criatura observándolo todo en silencio. El alivio momentáneo de la sed y los escalofríos se ve contrarrestado por la profunda incertidumbre y el miedo a lo desconocido. ¿Qué le ha dado? ¿Y qué pasará ahora?