Transmisión 461

Fecha: 18.04.2189 Hora: ~09:28

El estilete orgánico permanece suspendido, una aguja de luz pálida vibrando a un milímetro de la sien de Silas. La tensión es una cuerda a punto de romperse. El gruñido de Silas se ha apagado, pero su cuerpo sigue tenso, un arco de resistencia inconsciente. El flujo caótico de datos desde su pierna continúa siendo una cacofonía discordante, un grito sub-sónico de alarma que resuena en la oscuridad de su mente.

La criatura no se mueve. Sus facetas invisibles parecen sopesar la situación, analizando la inesperada resistencia y la violenta reacción de la interfaz que ella misma ha ayudado a crear o activar. ¿Es un fallo en el proceso? ¿Una variable no calculada? ¿O simplemente una respuesta que requiere un ajuste táctico?

Pasan segundos que se sienten como eones. El pulso de Silas, aunque estabilizado por el líquido, se acelera ligeramente bajo el estrés subconsciente. Su respiración se vuelve un poco más irregular.

Entonces, con la misma lentitud deliberada con la que avanzó, el estilete comienza a retroceder. Se retira del campo de proximidad inmediata de la sien de Silas, la luz pálida en su punta disminuyendo gradualmente hasta apagarse. El apéndice segmentado se pliega sobre sí mismo, deslizándose de nuevo hacia la masa quitinosa del cuerpo de la criatura hasta desaparecer por completo.

El intento de contacto mental ha sido abortado.

Una oleada de alivio, puramente instintiva y subconsciente, recorre a Silas. La tensión en sus músculos disminuye ligeramente. El estremecimiento cesa. La respiración recupera un ritmo más estable, aunque sigue siendo la respiración superficial de alguien gravemente herido y febril.

En su pierna, la cacofonía de datos también comienza a calmarse. El grito de alarma se desvanece. El zumbido dolorosamente agudo vuelve a descender a un nivel grave y vibrante. Sin embargo, no regresa exactamente al estado anterior. La "textura" de los datos sigue siendo más definida que antes de la manipulación con las pinzas, los patrones abstractos persisten, pero ahora hay una nueva capa superpuesta: un eco residual de la alarma, una especie de... alerta latente. Como si la interfaz, habiendo detectado una amenaza directa, permaneciera en un estado de vigilancia elevada.

La criatura, habiendo retraído su estilete, permanece inmóvil por un momento más. Luego, con un suave rasquido quitinoso, se desplaza ligeramente hacia un lado, cambiando su ángulo de observación. No se aleja, simplemente ajusta su posición.

Otro apéndice, similar al que usó para aplicar la sustancia fibrosa, emerge brevemente. No se acerca a Silas. Simplemente realiza un gesto rápido y complejo en el aire –una serie de movimientos precisos y angulares– antes de retraerse de nuevo. ¿Una recalibración interna? ¿Un registro de datos? ¿Una instrucción a algún componente invisible?

La criatura vuelve a quedar inmóvil. La observación continúa. El experimento, sea cual sea, no ha terminado. Simplemente ha entrado en una nueva fase, una en la que el contacto mental directo ha sido, por ahora, descartado o pospuesto.

Silas permanece a la deriva en la inconsciencia, ajeno a la amenaza inmediata que acaba de retirarse, pero su subconsciente retiene la impresión del peligro, y la interfaz en su pierna vibra con una nueva y cautelosa complejidad. El silencio vuelve a asentarse en el conducto, roto solo por el goteo distante y la respiración dificultosa de Silas.