Transmisión 463

Fecha: 18.04.2189 Hora: ~09:42

La modulación continúa. La luz ámbar pulsa con una regularidad hipnótica, y la vibración grave impregna el aire viciado del conducto, un sub-bajo constante que parece calmar las propias moléculas del entorno. Bajo esta influencia sostenida, la interfaz en la pierna de Silas alcanza un nuevo estado de equilibrio.

El flujo de datos, antes ralentizado y viscoso, se estabiliza. Ya no es lento, pero tampoco recupera la complejidad anterior. Es... ordenado. Los patrones son claros, repetitivos, casi como un sistema en ralentí o en modo de espera. El armónico agudo de la 'alerta latente' se ha desvanecido casi por completo, dejando solo un zumbido grave y constante, ahora teñido por la resonancia ámbar inducida. La somnolencia resonante en la mente subconsciente de Silas se profundiza, una niebla cálida y pesada que amortigua aún más sus percepciones fragmentadas.

La criatura mantiene la emisión durante varios minutos más, asegurándose de que el estado inducido sea estable. Sus sensores invisibles monitorizan cada fluctuación en el flujo de datos, cada micro-reacción en el cuerpo inconsciente de Silas.

Finalmente, satisfecha con el resultado, la criatura comienza a retirar el apéndice almohadillado. Lo hace con la misma lentitud y precisión con la que lo extendió. La luz ámbar pulsante disminuye gradualmente de intensidad hasta extinguirse por completo. La vibración grave se atenúa, descendiendo en frecuencia hasta desaparecer en el infrasonido y luego en el silencio.

El apéndice se retrae completamente en la masa quitinosa.

Silencio.

La criatura permanece inmóvil, observando atentamente la reacción de la interfaz al cese de la modulación externa.

El flujo de datos en la pierna de Silas cambia de nuevo. El zumbido grave pierde la coloración ámbar. Los patrones ordenados y repetitivos comienzan a ganar complejidad lentamente, como un sistema que despierta de un estado de suspensión. La velocidad del flujo aumenta gradualmente. ¿Regresará la 'alerta latente'?

No del todo. Hay un cambio residual. La interfaz parece haber sido... recalibrada. El estado de alerta no resurge con la misma intensidad que antes. Hay una vigilancia subyacente, sí, pero es menos reactiva, más controlada. La somnolencia resonante en Silas comienza a disiparse muy lentamente, como una marea que baja, pero deja la arena húmeda.

La criatura parece interpretar esto como un éxito. Ha logrado modular la interfaz a un estado más receptivo o menos defensivo, sin provocar una reacción de pánico.

Ahora, el siguiente paso.

Un nuevo apéndice emerge de la criatura. Es diferente a todos los anteriores. Delgado, casi como una hebra de fibra óptica negra y brillante, termina en una punta increíblemente fina, apenas visible, que emite un punto de luz verde esmeralda muy tenue, casi imperceptible.

Este apéndice se mueve con una precisión mecánica asombrosa, sin la más mínima vibración. Se dirige directamente hacia la costra oscura que cubre la herida y la interfaz en la pierna de Silas. No hacia la piel adyacente, como antes, sino hacia el centro mismo de la construcción bio-orgánica.

La punta verde esmeralda se acerca... se acerca... hasta quedar suspendida a una fracción de milímetro de la superficie texturizada de la costra.

La luz verde parpadea una vez, intensamente.

La criatura espera. La punta está lista para el contacto directo.