Transmisión 465

Fecha: 18.04.2189 Hora: ~09:44

La conexión persiste. La punta verde esmeralda, fusionada con la interfaz, continúa su pulsación rítmica y compleja. El torrente de datos fluye sin cesar a través de este vínculo directo, un río de información alienígena cuyas ondas reverberan en la estructura bio-orgánica y, por extensión, en el sistema nervioso de Silas.

La sensación de intrusión en la mente subconsciente de Silas se intensifica, pero también cambia. Ya no es solo una sobrecarga sensorial caótica. Los fragmentos perceptuales comienzan a adquirir una extraña resonancia, como ecos distantes que empiezan a formar un patrón reconocible, aunque incomprensible.

Destellos de luz azulada y verde, no solo como colores, sino como... ¿vectores? ¿Instrucciones?
La sensación persistente de movimiento rápido a través de túneles estrechos y oscuros, acompañada de vibraciones graves.
Ecos de clics quitinosos, pero ahora diferenciados: algunos secos y rápidos (¿comunicación?), otros pesados y húmedos (¿locomoción?).
Patrones geométricos que fluyen y se reconfiguran, pero ahora parecen tener una lógica interna, una sintaxis visual que su mente intenta desesperadamente descifrar sin éxito.
Una sensación subyacente de frío, no térmico, sino... emocional. Una ausencia de calor, una lógica desapasionada.

Su cuerpo sigue reaccionando a este flujo. Pequeños temblores recorren sus extremidades, su mandíbula se aprieta y relaja intermitentemente, sus párpados tiemblan bajo la oscuridad de la inconsciencia. La tensión muscular es constante, un estado de alerta física mantenida contra la invasión perceptual.

La interfaz misma parece estar adaptándose. Las líneas azules, aunque todavía complejas, fluyen ahora con mayor fluidez, sus patrones se repiten en ciclos más largos antes de mutar. El brillo es constante, intenso. El calor localizado bajo la sonda verde no aumenta, pero la sensación de 'presencia' vibrante (mencionada en T455) que abarca toda la pierna hasta la cadera se intensifica notablemente, sincronizándose con el pulso de la sonda. Es como si toda la red neuronal/energética implantada estuviera ahora completamente activada y en comunicación directa con la criatura.

La criatura, por su parte, permanece inmóvil, salvo por el sutil ajuste de otros apéndices menores que parecen monitorizar las constantes vitales de Silas con aún mayor precisión. Su postura sugiere una concentración absoluta en el proceso en curso.

Entonces, tras lo que podrían haber sido segundos o minutos, el carácter de la pulsación verde cambia. El ritmo complejo y rápido se ralentiza, asentándose en una cadencia más lenta, regular, casi metronómica. Un pulso constante y firme.

Con este cambio, el flujo de datos también se modifica. La velocidad disminuye notablemente, aunque la densidad de información parece aumentar. Los patrones azules se vuelven más definidos, casi cristalinos en su estructura, sincronizándose perfectamente con el nuevo ritmo verde.

Y en la mente de Silas, algo hace clic. El caos sensorial no desaparece, pero se organiza. Emerge una sensación clara, inconfundible: Propósito. Una directiva fría, alienígena, enfocada, que resuena en el corazón del torrente de datos. No puede entender el qué o el por qué, pero la intención es palpable. Es como sentir la presión de una mano invisible empujando en una dirección específica.

En ese preciso instante, la criatura retira la sonda verde una fracción infinitesimal, rompiendo el contacto físico directo, aunque la punta permanece a un suspiro de la superficie. La luz verde sigue brillando con su pulso lento y regular.

La conexión física se ha roto, pero la interfaz sigue resonando con la última señal recibida. El flujo de datos continúa, ahora impulsado internamente, siguiendo la directiva percibida.

¿Qué directiva ha sido implantada? ¿Y qué sucederá ahora que la interfaz parece estar operando bajo esta nueva instrucción?