Transmisión 467

Fecha: 18.04.2189 Hora: ~09:48

El tiempo se estira en la quietud opresiva del conducto. Silas yace inmóvil, un bulto herido en la penumbra metálica. La criatura quitinosa permanece en su posición retrasada, una silueta oscura y angular apenas discernible entre las sombras y los reflejos débiles. Observa. Analiza. Espera.

La interfaz en la pierna de Silas ha vuelto a su estado latente. Las líneas azules brillan suavemente, el zumbido grave es una vibración apenas perceptible. Sin embargo, en las profundidades de la inconsciencia de Silas, la sensación de 'Propósito' implantada por la sonda verde sigue resonando, una nota discordante en el silencio de su mente. Es menos aguda que durante la prueba activa, pero persiste, como una orden en espera.

Los minutos pasan. El único sonido es el goteo rítmico y distante que guió a Silas hasta este punto, un metrónomo natural indiferente al drama tecnológico-biológico que se desarrolla. El aire sigue siendo pesado, con el olor acre de los químicos y la descomposición orgánica subyacente.

Silas permanece profundamente inconsciente. Su respiración es superficial, aunque quizás ligeramente más regular que antes de la administración del líquido (T456). El pulso, aunque débil, se mantiene estable. La fiebre parece haber remitido parcialmente, pero su cuerpo sigue luchando contra las múltiples lesiones y la exposición. La directiva latente no parece, por ahora, causar ninguna reacción física externa adicional.

Finalmente, la criatura se mueve. No es un movimiento agresivo ni de acercamiento. Es un ajuste sutil de su postura, un ligero ladeo de su cabeza segmentada. Emite una serie corta y rápida de clics secos, casi como un suspiro de resignación o una conclusión alcanzada.

Parece que la falta de respuesta a la señal emitida por la interfaz ha sido interpretada. Quizás la señal no alcanzó su objetivo, quizás el objetivo no está presente, o quizás la propia interfaz no es capaz de establecer el vínculo deseado en el estado actual de Silas o del entorno.

Sea cual sea la conclusión de la criatura, su decisión es clara. Con una fluidez desconcertante, se da la vuelta. Sus múltiples patas se mueven con una precisión silenciosa sobre las rejillas y tuberías. Los clics secos y rápidos se convierten en el único indicio de su partida, un sonido que se desvanece gradualmente en la distancia del conducto, siguiendo un camino diferente al que Silas había tomado.

En cuestión de segundos, el sonido desaparece por completo. El silencio que queda es diferente. Ya no está cargado con la tensión de la presencia observadora. Es un silencio vacío, profundo, que resalta la soledad y la vulnerabilidad de Silas.

Está solo de nuevo. Inconsciente, gravemente herido, en un lugar desconocido y hostil. Pero ahora, algo ha cambiado fundamentalmente. Lleva consigo, integrada en su propia carne, una pieza de tecnología alienígena activa, imbuida de una directiva desconocida. La criatura se ha ido, pero su intervención ha dejado una marca indeleble.

¿Qué hará la interfaz ahora que no está bajo la supervisión directa de la criatura? ¿Se activará de nuevo por sí sola? ¿Cuál era el verdadero propósito de la 'búsqueda'? ¿Y cuánto tiempo pasará antes de que Silas recupere la consciencia, si es que lo hace, para enfrentarse a esta nueva y extraña realidad implantada en su cuerpo?

El goteo distante continúa. Ploc. Ploc. Ploc.