Transmisión 470

Fecha: 19.04.2189 (?) Hora: Indeterminada

El pulso acelerado de la interfaz (T469) no presagiaba calma. Tras un periodo de quietud relativa, solo interrumpida por la respiración superficial de Silas y el goteo lejano, la tecnología alienígena vuelve a actuar.

Esta vez no es un simple espasmo. Es un intento de movimiento coordinado. Los músculos del muslo y la pantorrilla de Silas se tensan de forma secuencial, tratando de flexionar la rodilla y arrastrar la pierna hacia adelante y ligeramente hacia abajo, en la dirección que la señal de prueba (T466) había indicado. Es un tirón torpe, doloroso, que lucha contra la inercia del cuerpo inconsciente y la rigidez de las otras extremidades.

El cuerpo de Silas se arquea débilmente sobre el metal frío. Un sonido, más agudo que un gemido, casi un siseo de dolor, escapa de sus labios agrietados. La tensión en la pierna es inmensa, los tendones tiran contra articulaciones que no responden voluntariamente. La interfaz parece estar aplicando fuerza bruta a través de los nervios motores, ignorando las limitaciones físicas del cuerpo huésped.

Y en medio de esa agonía inducida, algo parpadea tras los párpados de Silas.

Oscuridad... frío... dolor... una voz... ¿Scrappy? No... un clic... el chirrido agudo de la interfaz...

Es un instante, una microfracción de segundo de percepción distorsionada. No es consciencia real, sino una reacción del cerebro al trauma y a la señal invasiva. Una imagen fragmentada: metal oxidado brillando débilmente bajo la luz azul de la propia interfaz. Un sonido: el roce seco de quitina contra metal.

¿Ha vuelto?

El pensamiento es fugaz, incoherente, nacido del pánico residual y la confusión sensorial. Antes de que pueda formarse una respuesta, antes de que el terror pueda arraigar, la oscuridad vuelve a reclamarlo, más profunda que antes.

El intento de movimiento cesa tan abruptamente como comenzó. La pierna cae inerte, golpeando de nuevo el suelo del conducto. La interfaz vuelve a su patrón de pulsación azul, quizás un poco más lento ahora, como si hubiera agotado una carga o encontrado una resistencia inesperada (el propio límite físico de Silas o ese fugaz instante de ¿resistencia? mental).

Silas queda temblando, su respiración es ahora más rápida y superficial. El esfuerzo ha pasado factura. La inflamación en su hombro parece pulsar con un calor propio, y un sudor frío perla su frente a pesar del ambiente relativamente fresco del conducto. La deshidratación se agudiza.

La interfaz ha intentado seguir su directiva. Ha fallado, por ahora. Pero ha provocado algo más: un atisbo, una grieta en el muro de la inconsciencia. ¿Qué semillas se han plantado en esa breve chispa de percepción? ¿Y qué aprenderá la interfaz de este fracaso? La 'búsqueda' programada sigue activa. El próximo intento podría ser diferente.